Luz Medina Gonzales es secretaria nacional de la Confederación Nacional de Mujeres Organizadas por la Vida y el Desarrollo Integral (CONAMOVIDI), una organización social presente en 16 regiones y 65 provincias del país. Desde esta posición, Luz ha realizado un arduo trabajo para prevenir la violencia de género y la trata de personas a nivel local y en esta entrevista nos comparte cómo desde las organizaciones de base y con la articulación entre mujeres se puede hacer frente a un delito que vulnera y somete a cientos de personas.
- Luz, coméntenos acerca del trabajo que realizan desde su organización.
La CONAMOVIDI es una organización social fundada en 1991 que tiene a 556 mil mujeres afiliadas a nivel nacional. Tenemos como principales líneas de trabajo el tema alimentario, a través de los comedores populares autogestionados, la participación política de las mujeres en los espacios de decisión, el cambio climático y la violencia hacia las mujeres.
Respecto a lo último, ¿qué acciones realizan como organización ante las situaciones de violencia?
Además del tema alimentario, atendemos otros temas que afectan a las mujeres y uno de ellos es la violencia. En ese campo, hemos logrado formar redes de mujeres promotoras contra la violencia de género. Tenemos un equipo que realiza un trabajo de difusión, orientación y prevención para llegar a las poblaciones más vulnerables y que las víctimas tengan conocimiento de que existen derechos que las protegen y que no están solas. Hemos visto casos relacionados a feminicidios, violencia hacia la mujer y violencia contra niñas, niños y adolescentes.
Al formar redes vemos la importancia de articular con otros grupos que hacen trabajos similares. Es en ese marco, seremos parte de un equipo con la Defensoría del Pueblo. La actual defensora ha visto conveniente reunirse con las organizaciones sociales para hacer un trabajo conjunto. Además, realizamos varias acciones que nos permiten ser parte de instancias en los gobiernos locales y de Lima Metropolitana, al igual que en las regiones. En esto último hemos logrado que se apruebe tener un observatorio para tener información de los gobiernos locales respecto a cómo va el proceso de atención de las víctimas de violencia.
Sobre el observatorio, ¿cuál sería el valor agregado a comparación del que ya existe en el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables?
El valor agregado sería la información de los 42 distritos de Lima, que podrá alimentar al Observatorio Nacional que ya tiene el ministerio. Nosotras como CONAMOVIDI hacemos reportes de vigilancia que nos permiten saber en qué nivel de articulación están algunos sectores y organizaciones. Cuando hacemos el reporte, también vemos que (las autoridades) no toman el interés debido. Es en ese trabajo territorial donde conocemos las problemáticas que vienen sufriendo las mujeres en relación a la violencia.
¿Han encontrado situaciones que estén asociadas a la trata de personas o alguna forma de explotación?
Por supuesto. Hemos detectado casos donde niñas son traídas bajo la modalidad del padrinazgo y cuyas sus familias piensan que al entregar a su hijo a la persona que tildan de “padrino”, tendrán una vida diferente, pero no es así. Recuerdo mucho el caso de una niña traída por un “comandante”. Trajeron a la niña a una casa como ahijada y la pusieron a atender una tienda que tenía (la familia). La niña le contó su situación a una joven que -para buena suerte- era mi sobrina. Entonces, hicimos todo lo posible para sacarla de ese lugar. Pudimos rescatar a la niña y encontrar a su mamá, quien vino de Cusco.
Aunque hemos podido dar a conocer algunos casos, en el momento (de la denuncia) la Policía escucha pero no se muestra interesada. La Policía es uno de los sectores que tiene más errores entre las instituciones, pese a que es a donde se llega como primer paso en la ruta para denunciar. (A los policías) les falta mucha capacitación. Y seguro el Ministerio del Interior tiene el interés y les informa, pero en la comisaría no se da la atención debida. No hay empatía con la víctima.
¿Qué otras situaciones de explotación han podido encontrar y cuál es el patrón que han encontrado en las víctimas?
Un factor es el tema económico: la pobreza, la falta de trabajo. Esto da lugar a que las niñas o niños sean engañados para ir a lugares a trabajar. Lo vemos en los niños que venden en la calle. Cuando nosotras hacemos campañas nos acercamos y preguntamos, las personas callan y no dicen nada.
Otro tema es el engaño. Se ofrece un trabajo, la víctima llega a consultar y no es lo que pensó. Lo hemos podido ver en los mercados, donde hacemos campañas de información. En los alrededores de los mercados la gente conoce, pero no denuncian por temor a que la Policía tome represalias contra los denunciantes. Los interrogatorios son pésimos y las personas tienen temor de acercarse a dar información de lo que saben y conocen. Entonces, la población no dice nada porque piensa que la Policía irá en contra del denunciante.
No hay un sistema para hacerles el seguimiento de donde viven, de donde vienen las víctimas. No se les pregunta. Cuando hacemos el trabajo de difusión nos cuentan, tienen temor y nosotras no podemos entrar más allá de nuestro rol formativo y de acompañamiento. Les damos la información de a dónde deben ir pero entonces se encuentran con una policía indiferente que a veces sale a favor del agresor.
La pandemia ha cambiado el escenario. Las actividades se han trasladado al espacio digital. ¿Ustedes han podido identificar si las redes sociales impactan en la violencia de género y la trata de personas?
Por supuesto. Nosotras también hemos visto que la violencia se da en las redes sociales. Y el Estado no está previniendo esto desde la curricular escolar. Esa información se les debe dar a los jóvenes. Muchos ya tienen un celular o una laptop, y muchos niños son captados a través de esos medios.
Incluso hay sitios abiertos en donde puedes conocer a una pareja y son utilizados para captar a víctimas. También hay personas que son engañadas por un falso trabajo. Todo eso lo tenemos en cuenta y tratamos de formar un canal de información a través de nuestros propios celulares. Ahí nos formamos e informamos entre nosotras. Nos comunicamos. Tenemos todo un despliegue si sabemos de una desaparición. Así hemos encontrado a niños y jovencitas, a través de nuestros grupos en redes sociales.
Estas redes y plataformas son importantes, pero más importante es entregar a los padres más conocimiento sobre los peligros que hay sobre estas páginas y prevenirlos.
¿Qué mensaje les daría a las autoridades tomadoras de decisiones para mejorar en esta temática?
A las instituciones, decirles que, mientras no hagan un trabajo articulado, realmente será muy difícil que se logre la erradicación de tanta violencia, trata de personas y desapariciones. Si el Estado no toma en cuenta que es importante generar un presupuesto donde se pueda considerar este tipo de acciones, no se tendrá resultados positivos. También se debe capacitar a los funcionarios y a los involucrados. Además, las víctimas y denunciantes deben sentirse seguras y protegidas.
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