N°278: NIÑAS, ADOLESCENTES Y MUJERES, LAS PRINCIPALES VÍCTIMAS DE LA PANDEMIA


Editorial Alternativo

El COVID-19 impuso al mundo grandes desafíos. Ante el riesgo sanitario, las medidas implementadas concentraron los esfuerzos de contención de esta enfermedad en cuarentenas estrictas, distanciamiento social y, a nivel presupuestal, el redireccionamiento de los recursos para atender la urgencia de la vacunación. Todos grandes esfuerzos con orientación a frenar el avance del virus.

Aunque la pandemia afectó a todas las personas, tuvo un impacto diferenciado en los sectores menos favorecidos. En estos grupos, las vulnerabilidades y riesgos se incrementaron visiblemente para mujeres, niñas, niños y adolescentes. Respecto a las primeras, las medidas de confinamiento probaron que el hogar no siempre es un lugar seguro. El Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) reportó durante el 2021 un incremento del 43.1% de casos de violencia de género en relación al año 2020. Del total de casos atendidos por el Programa AURORA (163, 797), el 31.8% fueron niñas, niños y adolescentes, el 35% mujeres entre los 18 y 35 años y el 26.5% mujeres entre los 36 y 59 años. A estas cifras se le adicionan las 2007 mujeres adultas y 3897 niñas y adolescentes reportadas como desaparecidas.

A este desolador escenario se le suma uno de los grandes golpes al sector económico y laboral: la empleabilidad. El Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo registró que en el 2020, la pandemia generó la salida de 6 millones 513 mil personas de la PEA ocupada. En julio del 2021, la ONU reportó que en el 2022 la ocupación laboral de los hombres recién recuperará el nivel del 2019, pero habrá 13 millones menos de mujeres trabajando. Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señaló que solo el 43.2% de mujeres en edad de trabajar tendrá un empleo, por lo tanto la sobrecarga de labores de cuidado y el empobrecimiento de las mujeres continuarán siendo altas.

Lo anterior demuestra el incremento de las condiciones de vulnerabilidad de las mujeres. Son ellas quienes quedan en mayor riesgo de convertirse en víctimas de trata de personas o quedar expuestas a otras formas de explotación. La precarización de la economía, el incremento del trabajo informal y las situaciones de violencia son el escenario propicio en el que se desarrollan estos delitos. También contribuye a ello la normalización de estas problemáticas, que lleva a las personas a no reconocerse como víctimas, puesto que no conocen otras condiciones de trabajo y terminan aceptando situaciones que significan alguna fuente de ingreso (Querol, 2017).

Otro grupo afectado son las niñas, niños y adolescentes que han trasladado sus actividades al espacio digital, escenario que –previo contexto de violencia– los hace vulnerables a situaciones de riesgo como la explotación sexual infantil (ESNNA) en línea y la trata de personas. La situación se agrava por la escasa oferta de filtros parentales y la brecha del conocimiento digital que tienen los más jóvenes respecto a sus padres, madres o cuidadores.

Tenemos evidencia. Un patrullaje digital realizado por CHS Alternativo, reveló que existen grupos de Facebook orientados a ofrecer “ayuda económica” “ayuda para estudiantes” y ofertas laborales sospechosas, propuestas ubicadas en redes sociales e incluso en el espacio de los videojuegos que se valen de la necesidad económica urgente de sus potenciales víctimas. Otro estudio realizado por la organización reporta que el 21% de padres y madres de familia afirman que sus hijos e hijas recibieron mensajes de contenido sexual, el 42% señala que sus hijos e hijas enfrentaron situaciones vinculadas a ESNNA en línea y el 10% que sus hijos encontraron con una persona que le contactó por redes.

Las cifras están ahí. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el 2020 se registraron 394 denuncias por el delito de trata de personas, 115 casos menos respecto al año anterior. Sin embargo, el 2021 experimentó un incremento en el número de casos. Durante el primer trimestre se registraron 277 denuncias, el 80% de las víctimas fueron mujeres, el 66.7% tenía entre 18 y 29 años, y el 23.4% eran niñas y adolescentes.

La pandemia por COVID 19 no ha terminado, si bien existen avances en la reducción de su impacto en la salud física de las personas; se está dejando en la esfera de lo invisible o lo normalizado la violencia de género, el desempleo y el incremento del trabajo informal. Asimismo, la falta de acceso a la educación de calidad, lo cual, sumado a la masificación del uso de medios virtuales sin cuidados de seguridad para niños, niñas y adolescentes, crea un escenario idóneo para las y los explotadores. Ante esta preocupante realidad, es necesario y urgente ponerla en agenda y actuar frente a estas pandemias.

Referencias


INEI (2021). Perú estadísticas de trata de personas 2015-2020. Lima. Perú. Recuperado de: https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1802/libro.pdf

UNODC. Impacto de la pandemia COVID 19 en la trata de personas. Viena. Austria. Recuperado de: https://www.unodc.org/documents/ropan/2020/Impacto_del_Covid_19_en_la_trata_de_personas.pdf

ONU. La pandemia aumenta la desigualdad entre géneros: en 2021 solo el 43% de las mujeres tendrá trabajo. Recuperado de: https://news.un.org/es/story/2021/07/1494512

Instituto Peruano de Economía (2020). Mercado Laboral Peruano: Impacto por COVID 19 y recomendaciones de Política. Informe Final. Recuperado de: https://www.ipe.org.pe/portal/covid-19-cual-es-la-situacion-del-mercado-laboral-peruano-en-tiempos-de-pandemia/

OBIMID (2021) La trata de seres humanos en Iberoamérica. Perú.

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