Casa Virgen Natividad, un hogar para víctimas de trata


Autora de la nota original: Joselyn Levizaca

Desde el 2014, el número de denuncias por el delito de trata de personas ha ido en aumento. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), en el 2018 se registraron 734 casos, donde Lima, Cusco y Puno concentraban la mayor incidencia. Pese a esta cruda realidad, que afecta a las mujeres por ser las más vulnerables, existe poca ayuda de las distintas entidades del Gobierno para enfrentar este flagelo, que priva de su dignidad a las víctimas para explotarlas laboral y sexualmente.

Una nueva etapa 

Sin embargo, existen instituciones privadas que han tomado la iniciativa de proteger a esta población para dotarlas de habilidades y conocimientos a fin de reinsertarlas en la sociedad. Es el caso de la casa de acogida Virgen Natividad, ubicada en la región Cusco y administrada por la Sociedad de Beneficencia, la cual atiende a menores entre 12 y 18 años que fueron rescatadas de las redes de tratantes.

La gerente general de la Sociedad de Beneficencia del Cusco, Ana Cecilia Uré Serrano, señala que el albergue atiende actualmente a 10 menores provenientes de distintas zonas de Puno, Madre de Dios y Cusco, jurisdicciones en donde los corredores de trata son fuertes.

La mayoría de ellas ingresa por mandato de la Fiscalía o de la Unidad de Protección Especial del Ministerio de Mujer y Poblaciones Vulnerables.

La idea de acoger a estas jóvenes —afirma Uré— es que en esta etapa de su vida se les dé las condiciones y herramientas que necesitan para que luego ellas puedan defenderse cuando salgan del recinto, ya que si salen sin un plan de vida, lo más probable es que los tratantes, quienes están muy atentos a sus víctimas, las identifiquen para después convencerlas u obligarlas a regresar a su vida anterior.

Por ello, el equipo que trabaja con las menores en esta casa hogar es multidisciplinario. Está integrado por asistentas sociales, psicólogas, enfermeras y docentes que les dan una atención diferente a cada una de ellas a fin de que puedan superar el trauma que vivieron.

“Hay algunas menores que son víctimas de abuso sexual, trabajos forzosos y en condiciones deplorables. El tratamiento no es el mismo con todas. A veces se confunde y se cree que la trata está vinculada a la violencia sexual, pero va mucho más allá. Es tener a personas en situación de esclavitud, obligadas a hacer algo que ellas no quieren hacer”, dijo la jefa de la Beneficencia de Cusco.

Oportunidades

Ana Cecilia Uré sostiene que pese a no recibir dinero del Estado y tener recursos limitados, existen instituciones privadas y ciudadanos que aportan en el sustento del albergue. La semana pasada, la Beneficencia del Cusco y la Fundación Telefónica invirtieron S/200 mil para ampliar la capacidad de la casa de acogida y recibir a más niñas víctimas de trata. Mediante esa intervención se implementó un aula tecnológica, un salón de bordado y costura, una sala de estudios y se realizaron trabajos de mejora en toda la infraestructura del recinto. Para lograr ese objetivo, decenas de voluntarios y colaboradores de la citada empresa llegaron al Cusco para colaborar con los trabajos de pintado, limpieza y otros del albergue.

Ana Cecilia Uré considera que con un trabajo conjunto se podrá dotar a las menores de todas las herramientas y capacidades que ellas necesitan para que no repliquen lo que vivieron en las futuras generaciones, sino que cuando les toque ser madres sean ellas quienes puedan brindarles a sus hijos muchas más oportunidades de las que ellas han tenido.

“Los estudios demuestran que una mamá que recibió educación y que cuenta con un trabajo tiene mejores perspectivas. Las posibilidades de que una generación mejore es más grande, lo que no pasa en el lado paterno. La población a veces piensa que el tema de la mujer es una cuestión de moda, pero realmente el impacto que tiene la formación de una mujer a nivel social es muy poderoso. Buscamos mejorar el futuro de dos o tres generaciones en adelante”, agrega Uré. 

Fuente: Correo

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