Hace más de 12 años en el pequeño suburbio de Whitsons Arlington, Texas, la pequeña Amber Hagerman (9) y su hermanito Ricky (5) montaban bicicleta en un estacionamiento cercano a la casa de sus abuelos maternos.
Aquel sábado 12 de enero de 1996, tomó menos de 10 minutos entre que ambos hermanos salieran de la casa de sus abuelos a montar bicicleta y que la pequeña Amber desapareciera en un lugar transitado y a plena luz del día.
Su hermano menor no vio nada. Un testigo algo alejado sólo alcanzó a ver a la pequeña niña siendo forzada a entrar a una camioneta por un sujeto de mediana edad y llamó inmediatamente al número de emergencias. Para el momento en que la policía y los abuelos se hicieron presentes pocos minutos después el único rastro que encontraron de Amber fue su bicicleta. Hasta el día de hoy no se ha vuelto a saber de ella.
Cada año más de 750,000 niños son reportados como desaparecidos en los Estados Unidos de acuerdo al Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados (National Center for Missing & Exploited Children, en inglés). La gran mayoría de estos casos son fugas o sustracción de menores.Sin embargo, como en el caso de Amber, cerca de 100 de estas desapariciones reportadas son debidas a la intervención de un extraño, en promedio una de cada tres o cuatro días.
Este tipo de desapariciones son las más problemáticas de todas pues, de acuerdo a la misma fuente, 9 de cada diez víctimas son de sexo femenino, la mitad son abusadas sexualmente y tres de cada cuatro terminan siendo asesinadas durante las tres horas siguientes a la desaparición.
Las extrañas circunstancias del hecho y las apariciones de la familia en los medios llevaron el caso de Amber a captar la atención de la opinión pública de toda la nación. Se señaló una y otra vez que en tales casos la celeridad en los esfuerzos de búsqueda es crucial.Poco tiempo después algunos ciudadanos apelando a esta premisa plantearon la idea de un trabajo coordinado entre la policía y los medios de comunicación para alertar a la ciudadanía de la ocurrencia de estos casos con la misma rapidez que se da en los casos de alertas contra tornados o huracanes, tan comunes en algunas zonas de los EEUU.
Varias cadenas de radio y televisión locales adoptaron la idea y el denominado «Dallas Amber Plan» se inició en julio de 1997 en esa ciudad.
De acuerdo a este esquema de alerta temprana, la policía se encarga de proveer a los medios con información oportuna acerca de tales desapariciones (fotos y descripciones de personas y vehículos involucrados) de tal modo que esta pueda ser rápidamente conocida por el público.
Al poco tiempo otras ciudades adoptaron medidas similares y hacia el 2002 el propio estado de Texas implementó dentro de su jurisdicción la llamada ?Amber Alert?[1]. Aquel mismo año el Departamento de Justicia de los Estados Unidos comenzó a coordinar el plan a nivel interestatal. Hoy, los 50 cincuenta estados de la Unión y cientos de ciudades tienen planes Amber Alert.
De acuerdo al gobierno federal, a la fecha cerca de 240 niños han sido rescatados por la intervención de las llamadas alertas ámbar (Amber Alerts).
Conforme más estados se fueron uniendo al sistema el número de menores rescatado aumentó rápidamente de 8 en 1999 a 72 en el 2003.En función a la casuística disponible, se ha podido determinar que la descripción de las características y el número de placa de rodaje de vehículos involucrados en tales hechos son los datos más útiles que se pueden aportar cuando se producen este tipo de alertas ámbar.
Cada jurisdicción local o estatal tiene sus propios criterios para determinar cuando lanzar una alerta. En algunos lugares, por ejemplo, se han utilizado las alertas ámbar en la ubicación de pacientes de Alzheimer extraviados, mientras que en otros lugares el sistema de alerta esta reservado sólo para casos de desaparición de menores.
El abuso de la «Alerta Ambar» ha sido una preocupación presente desde el inicio. En 1999, sólo en la ciudad de Dallas fueron lanzadas seis alertas en el lapso de un mes. Entonces, surgió la preocupación entre autoridades y medios que la opinión pública pudiera volverse indiferente ante tal bombardeo de reportes.
El gobierno federal de los Estados Unidos ahora recomienda que las alertas deben limitarse sólo a casos de menores de edad que se cree están en inminente peligro como resultado de una desaparición o abducción. Incluso se sugiere que tales alertas deben ser emitidas sólo en aquellos casos en los que se disponga de suficiente información, como por ejemplo una descripción del sospechoso o su vehículo, que permita realmente al público ayudar a encontrar al menor desaparecido.
Es evidente que estos criterios hacen necesario que la policía decida qué casos de desapariciones de menores de edad merecen una alerta y que casos no. Esto plantea un importante punto de fricción entre las autoridades y los familiares de los desaparecidos cuyos casos no han ?merecido? una alerta.
Efectivamente, a lo largo de los años los familiares de decenas de menores desaparecidos han reaccionado con enojo ante la negativa de las autoridades de lanzar un reporte o alerta antes de un período de 24 horas.
Lógicamente este enojo se transformó en verdadera ira cuando la persona aparecía muerta o simplemente no se volvía a saber más de ella.La policía de ese país argumenta que no puede dedicarse exclusivamente a buscar a cada uno de los 2,200 norteamericanos que son reportados como desaparecidos cada día.
Muchos de estos casos son relativamente benignos: adultos con problemas de alcohol o drogas, fugas de menores, disputas por patria potestad o malos entendidos.Incluso muchas ?Amber Alerts? han tenido problemas de veracidad. Algunos reportes periodísticos revelan que el 20% de las 233 alertas lanzadas el año 2003 se debieron a alguna de las razones arriba mencionadas o simplemente se trataba de fraudes.
Es claro que el sistema fue pensado y diseñado para desapariciones confirmadas con un posible componente criminal que pone en grave riesgo a la víctima y no como una herramienta que sirva para ayudar a regresar a casa a cualquier menor extraviado.Muchos expertos temen que un abuso de alertas pueda causar una histeria colectiva al presentar este tipo particular de desapariciones como algo rutinario, cuando en realidad son raras.Sin embargo, cualquier padre, ya sea en los EE.UU., Perú o en cualquier país del mundo demandará todos los recursos disponibles para encontrar a su hijo/a desaparecido/a lo que muchas veces traerá problemas con las autoridades.
Finalmente, es importante recoger la reflexión de un padre que es igualmente válida para todos los policías del mundo en el sentido que si bien la policía nunca es la responsable de una desaparición bien podría ser la responsable de que ese menor de edad nunca sea ubicado de nuevo.
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