Nº 299 | No hay integración sin acogida


Según el informe ‘Principales características sociodemográficas de los peruanos residentes en el exterior’ (INEI, 2022), a mayo del 2022 habían salido del Perú 3.4 millones de peruanos, que representan el 9.3 % de los nacidos en el Perú. Los principales destinos para la migración son Estados Unidos, España y Argentina, y entre las causas de irse a vivir a otro país predomina la búsqueda de una mejora económica que les permita vivir adecuadamente y enviar remesas de dinero a sus familiares. Otras causas son reencontrarse con familiares que migraron años atrás, la posibilidad de estudiar y el asentamiento en un país social, política y económicamente estable. Respecto al perfil de los migrantes peruanos se observa que algunos migran con sus familias mientras que otros lo hacen solteros y llegan a formar nuevas familias en el país de acogida. Para la gran mayoría, el inicio de esta nueva etapa está marcado por la realización inicial de trabajos precarios hasta que poco a poco van escalando socialmente y logran obtener mejoras laborales y económicas.

Según la Encuesta de Población Venezolana en el Perú/ENPOVE (INEI, 2023) al 31 de diciembre del 2021, un total de 1.4 millones de extranjeros habían ingresado a Perú, principalmente de nacionalidad venezolana (86.8 %). Entre las razones que llevan a los venezolanos a migrar destaca la necesidad de huir de un país marcado por una fuerte crisis social, económica y política, acceder al mercado laboral, generar ingresos para poder vivir adecuadamente o estudiar. Independientemente de su grado de estudios y profesión, la gran mayoría comienza su andar en el Perú con trabajos precarios, como la venta de comida en la calle. La gran mayoría (51.1 %) migra con su familia, incluyendo a niñas, niños y personas ancianas. Es significativo ver no solo como se han formado nuevas familias con nacionales de Perú y de Venezuela, sino también cómo estas se han ido incrementando del 9.2 % en 2018 al 17.6 % en 2022.

La migración en el extranjero o en el Perú no es muy diferente. Tienen en común ser comunidades de acogida de personas cargadas de metas y esperanzas de tener una vida mejor. Personas que deben comenzar desde el último escalón para intentar llegar a lo más alto y ver sus sueños cumplidos, que no son otros sino poder realizarse y tener una vida digna. Sin embargo, el camino es duro y lleno de obstáculos. En el libro “Perú, una nación caminante[1], los testimonios de los migrantes hablan de la dureza, marginalidad y discriminación que sufren al llegar al país elegido, lo que dificulta su inclusión e integración. “Veneco” en Perú y “sudaca” o “perucho” en España, por poner un ejemplo, son los nombres con los que llaman a los migrantes venezolanos en Perú y a los peruanos en España. Términos que reflejan xenofobia y discriminación hacia personas de otros países y que conllevan situaciones de marginalidad y exclusión.

CHS Alternativo, junto con el Instituto de Estudios Peruanos (IEP), realizó en abril del 2023 una Encuesta Nacional de Percepción de la Población Migrante Venezolana en el Perú y los resultados mostraron datos tremendamente preocupantes. Aunque el 55.7 % del total de los entrevistados percibía la necesidad de protección de los migrantes, especialmente de las mujeres venezolanas, el 80.6 % dijo que se sentiría inseguro en un barrio en el que la mayoría de sus vecinos fueran de nacionalidad venezolana; asimismo, el 69 % no contrataría a un venezolano para asumir un cargo en la dirección de una empresa; y el 61.4 % no le alquilaría una vivienda a un ciudadano de dicho país. Es decir, el sentimiento de desconfianza hacia la población migrante venezolana es superior al sentimiento de protección y convivencia, lo que claramente limita su integración. Y no hay integración sin acogida.

La población migrante venezolana en el Perú, además de contar con los mismos obstáculos que encuentra la gran mayoría de los peruanos para desarrollarse íntegramente (informalidad laboral, inadecuado acceso a servicios básicos, discriminación interna, entre otros), tiene el añadido de vivir día a día con voces que le recuerdan que este no es su país y que no son bienvenidos. También llevan consigo el estigma de la delincuencia, pese a que las cifras oficiales revelan que la cantidad de venezolanos en centros penitenciarios en Perú es pequeño con respecto a su presencia en el país. Según datos del Instituto Nacional Penitenciario (INPE), del total de las 94,911 personas recluidas en diversas cárceles del país, el 95% son peruanos y un 5 % extranjeros; de estos últimos solo un 3.5 % son venezolanos; es decir, 3,275 personas, de quienes el 63.3 % no tiene una condena.

Teniendo en cuenta toda esta data, nos damos cuenta que hace falta trabajar mucho más desde el Estado para lograr una verdadera integración. Tal vez el problema no es la migración en sí misma, sino la incapacidad de las autoridades de dar respuesta a las necesidades de la población, generando las condiciones adecuadas que permitan a una persona, independientemente de su lugar de nacimiento, origen, color, etc., vivir dignamente y en situación de plenitud. Al final, los sueños, metas y esperanzas son los mismos para todos.

[1] Perú, una nación caminante, Eduardo González Viaña, 2022, publicado con apoyo de la Embajada de Perú en España

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