La aparición de más canales de comunicación y los nuevos usos de los dispositivos tecnológicos han facilitado el intercambio de información y el acceso a recursos antes inimaginados. Sin embargo, también han abierto una puerta para la comisión de delitos que inicialmente podrían no ser catalogados de esa manera. Por ejemplo, ¿quién podría considerar peligroso navegar en Facebook o jugar un par de horas en Free Fire? pues hoy en día lo es: las redes sociales y los videojuegos están siendo usados como medios de captación para la explotación sexual de niñas, niños y adolescentes (ESNNA).
Aunque el vínculo no siempre es claro y a veces es difícil de detectar, suele comenzar con el contacto de personas adultas que usan perfiles falsos para establecer redes de confianza con niñas, niños y adolescentes. Este contacto generalmente deriva en otros delitos, como la difusión de imágenes con contenido sexual, la posesión de material de abuso sexual (mal llamada pornografía infantil) o incluso el chantaje, que puede escalar fuera de los entornos virtuales y hasta terminar en una violación sexual.
Un estudio longitudinal realizado entre 2018 y 2022 por el Instituto de Estudios Peruanos, por encargo de CHS Alternativo, reveló –a través de encuestas a padres, madres y personas cuidadoras–, cómo los riesgos de explotación sexual en línea aumentaron tras la pandemia. Aunque se pensaba que los menores de edad estaban seguros en casa con sus familias, la evidencia demostraba que no siempre era así, ya que la investigación alertó que 1 de cada 10 niñas, niños y adolescentes fueron contactados por desconocidos para una situación de explotación.
Un nuevo estudio realizado por CHS Alternativo entre 2023 y 2024, esta vez como parte de la Red Grooming Latam, recogió nuevamente las percepciones sobre el uso de internet y las conductas de riesgo asociadas a ello, pero esta vez con las propias niñas, niños y adolescentes. El resultado fue abrumador: más de la mitad de los menores de edad encuestados señaló que tuvo conversaciones con desconocidos a través de internet, 5 de cada 10 menores de edad reportaron que alguna persona les solicitó ser “algo más” por internet –lo que incluye ser novio, enamorado, saliente o amigo con derechos– y 2 de cada 10 recibieron una solicitud para compartir contenido íntimo.
Si comparamos los resultados de la encuesta con los datos obtenidos a nivel de Latinoamérica la situación es aún más alarmante, pues Perú tiene cifras mayores al promedio latinoamericano en casi todas las conductas de riesgo y, lo que es peor, tiene uno de los niveles más altos de desconocimiento frente al delito de grooming y el riesgo de ser víctima de explotación: 80% frente al 30% latinoamericano.
Los datos son impresionantes y evidencian que la situación de peligro es real y que los explotadores están usando diversas estrategias para contactar a sus víctimas y pasar de manera desapercibida: están al acecho y para ello pueden ofrecerles amistad, recargas en videojuegos o likes a sus publicaciones; todo con la finalidad de obtener beneficios de índole sexual y ganancias económicas.
En el caso de las redes sociales se han incrementado los ofrecimientos de dinero para que niñas, niños y adolescentes realicen retos, generando fotos y videos mostrando su cuerpo en diversas situaciones altamente sexualizadas. Al inicio de estos contactos, muchos menores de edad tienen perfiles falsos. Sin embargo, conforme van ganando confianza, van brindando datos personales, como dirección, colegio al que asisten y datos de amigos o familiares, aun cuando perciben que probablemente las identidades digitales de sus supuestos amigos no correspondan a sus características reales.
Los varones no son ajenos a esta situación. Empero, desde CHS Alternativo hemos observado cómo niños y adolescentes no suelen reportar este tipo de comportamientos extraños de “amigos” con los que juegan frecuentemente. La facilidad de unirse a canales, a través de aplicaciones como Discord, permite la comisión del delito y hace difícil encontrar a las y los agresores.
Otro dato de la encuesta que llama la atención es cómo en los últimos tiempos los menores de edad han normalizado las relaciones sociales en las redes y plataformas de juego, lo cual es especialmente peligroso porque no se tienen en cuenta los factores de peligro que ello implica.
La investigación también pone de manifiesto la brecha generacional, pues la diversidad de plataformas a las que acceden los adolescentes es vista por los adultos como algo complicado o difícil de supervisar. Algunos padres prohíben a sus hijas e hijos el acceso a los mismos; sin embargo, la realidad muestra que no es posible ni viable alejarlos del mundo digital.
Una preocupación especial está relacionada con el acceso a internet. Ello porque son los padres quienes, por primera vez, dan el acceso a sus hijos a un dispositivo electrónico. Alrededor de 30% de los menores de edad encuestados comenzó a usar celular antes de los 9 años y el 64% asegura que sabe usar más la tecnología que sus padres o tutores. Por tanto, queda como tarea pendiente alfabetizar a los adultos en el uso de dispositivos tecnológicos.
Frente a este panorama, hace falta seguir trabajando para luchar contra este nuevo fenómeno, mejorando la tipificación del delito y también su conocimiento. Solo la educación digital y el reporte de estos casos permitirá disminuir los riesgos. Por ello, si ves o conoces algún caso como este, reporta en las propias plataformas y guarda la evidencia. Posteriormente, puedes comunicarte con la línea 1810 del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables para recibir la atención respectiva. Trabajemos por una niñez y adolescencia libre de explotación.
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