Los casos de personas desparecidas se han convertido en hechos tan recurrentes a nivel nacional, que pone de manifiesto una situación donde ni la ciudadanía, ni las autoridades están reaccionando de forma adecuada frente a estos hechos. Quedando una persona desaparecida como una cifra más para un conteo que no se detiene.
Desde el año 2007, el 37% (139) de los casos atendidos por el Centro de Atención Legal y Psicológico de CHS Alternativo han sido reportadas como personas desaparecidas. Y nos ha tocado acompañar y ser testigos del suplicio que deben asumir sus familiares ante el desconocimiento e indiferencia de las autoridades respectivas.
Conocemos de la relación que existe entre los muchos casos de personas desaparecidas con el delito de trata de personas, relación que no salta a la vista de las autoridades, sólo así se podría entender la indiferencia frente al seguimiento y aumento de estos casos.
Si bien no todos los casos guardan relación con la trata de personas, muchas de las sospechas no son tomadas en cuenta, deslizándose bajo las sombra de otras situaciones de desaparición como las fugas de casa. Seguro que operativamente esto puede resultar más efectivo que el reporte de una personas desaparecida por trata de personas.
Cuando se habla de personas desaparecidas no se puede dejar de mencionar a las víctimas de trata de personas en las zonas del VRAEM (Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro) por ejemplo, zonas donde niños y mujeres son secuestrados para por grupos subversivos o narcotraficantes.
Si bien existen desapariciones por secuestro, también están las que se generan por desconocimiento, desconfianza y miedo a las autoridades, por temor a recibir algún castigo, represalia o ser sujeto de alguna investigación.
Este es el caso del niño Jesús Ccanto, cuyo hallazgo hizo noticia en las últimas semanas, él desapareció cuando tenía 1 año y 10 meses de edad en el 2009 mientras jugaba cerca a la carretilla donde su abuela vendía desayunos. Fue encontrado y criado por otra mujer, quien lo retuvo en su hogar como un hijo durante 4 años y medio a solo 15 cuadras de su domicilio real. Luego de las investigaciones, se ha determinado que la «madre sustituta» será acusada de secuestro pese a que el niño la reconoce como su verdadera madre.
Aquí no solo se evidencia la falta de efectividad por parte de las entidades para resolver el caso, teniendo en cuenta la distancia entre las dos familias y los cuatro años que se tardó la reaparición del niño; sino también el desconocimiento de las acciones que pueden ocasionar el acto de criar a un niño ajeno y la desconfianza en la policía y un sistema que no les asegura un buen destino para la persona encontrada.
En lo que va del año 2013 se han registrado más de 800 denuncias por desapariciones, la mayoría de estas son mujeres y otro gran porcentaje son menores de edad. De los más de 800 casos, solo 148 han sido resueltos. No obstante, los casos por desapariciones han tenido una tendencia de aumento desde el 2010, sin una respuesta efectiva por parte de las autoridades para detener este avance.
Es una realidad del país, que en vez de ser recurrente debiera ser de gran preocupación para la sociedad y no desmerecer su relación con delitos como la trata de personas.
Mientras no exista un verdadero compromiso por parte de las autoridades con este tipo de casos, sumado a la fiscalización de locales nocturnos, donde se usa como fuerza laboral a poblaciones en condiciones de explotación, donde se ofrezcan trabajos en condiciones extrañas y poco confiables; y mientras no exista un verdadero control en cuanto a los requisitos para el tránsito de menores por parte de las empresas de transporte, este fenómeno tan común en nuestra sociedad seguirá creciendo, siendo solo una deformación de lo que es el valor de una vida para pasar a ser simplemente cifras que cada día siguen en aumento.
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