N°258: Luisa Martínez: “Todavía existen estereotipos de género que generan limitaciones”


Entrevista a Luisa Martínez Cornejo, oficial de Género y Desarrollo (Unicef – Perú)

 

¿Cuál es la situación de las niñas? ¿Las niñas, por el hecho de ser mujeres, son más vulnerables?

La información estadística nos dice que las niñas tienen mayores vulnerabilidades que los niños y adolescentes hombres. En ese sentido, las desigualdades de género se inician a temprana edad y se manifiestan a lo largo de las diferentes etapas de la vida, configurando una trayectoria que acumula brechas y desventajas para las mujeres, siendo particularmente sensibles las etapas de la niñez y adolescencia por ser procesos de constitución de la autonomía, afianzamiento de relaciones afectivas sustantivas y definición de identidad y proyecto de vida. Por ejemplo, el embarazo adolescente constituye una de las tasas más altas que no se ha movido en nuestro país. Eso claramente disminuye oportunidades a las adolescentes mujeres por encima de los adolescentes hombres

 

¿Qué entendemos por igualdad de género?

Hay que entender que cuando hablamos de igualdad de género nos referimos a una condición de derechos humanos, que hace referencia, a su vez, a un conjunto de derechos, oportunidades, entornos protectores que son tanto para hombre como para mujeres. Entonces está condición debe darse sin ningún tipo de discriminación ni a las mujeres, pero tampoco a los hombres. Para nosotros, entonces, la igualdad de género es un atributo de los derechos humanos que le permite, tanto al hombre como a la mujer, contar con una igualdad en la valoración de la sociedad. Ello significa que le corresponde igualdad de derechos, de oportunidades y de protección en la sociedad.

 

¿Cuánto hemos avanzando respecto a la igualdad de género?

Existen todavía estereotipos de género que generan limitaciones, en particular en el caso de las niñas y adolescentes. Por ejemplo, ello ocurre cuando se establece que el rol de las niñas y adolescentes mujeres tiene que ver con las tareas domésticas. Esto, a su vez, ocasiona que ellas pierdan horas de estudio, lo que la pone en clara desventaja frente a niños y adolescentes hombres que son ajenos a ese rol. Entonces, como país, todavía tenemos una brecha de género bastante importante. Y ello se hace todavía más notorio cuando nos referimos a contextos rurales y/o indígenas. Respecto al embarazo adolescente,  hay que decir que en nuestro país, 13 de cada 100 adolescentes ya es madre o está embarazada. Este indicador resulta más alarmante cuando nos focalizamos en zonas rurales y/o indígenas, donde podemos encontrar que hasta 30 de cada 100 adolescentes ya son madres o están embarazadas. Y si hablamos, por ejemplo, de violencia y de abuso sexual, percibimos que la situación es todavía más complicada porque 11 adolescentes, de entre 12 y 17 años, son abusadas sexualmente cada día. Otro indicador nos dice que de las personas abusadas un 92% son mujeres. Se trata de cifras realmente alarmantes.

Entonces, es importante trabajar sobre los niveles de tolerancia a la violencia contra niños y niñas, sobre todo las dirigidas a mujeres, por ello es necesario involucrar a toda la comunidad y a los diferentes sectores del Estado para generar cambios estructurales en la educación y promover una educación con igualdad y escuelas libres de violencia que permitan transformar los estereotipos y prejuicios que naturalizan y reproducen la violencia de género, construyendo así identidades y relaciones igualitarias entre los/las niños, niñas y adolescentes, con un sentido de respeto a la diferencia.

 

Entonces, ¿dónde hay que hacer énfasis? ¿En la familia, el hogar? ¿En la labor del Estado?

Considerando que se trata de un problema social, estructural, la responsabilidad es del Estado, pero también de la familia, incluso de la comunidad. Se trata pues de una responsabilidad conjunta. Todos tienen un papel en la lucha por cambiar los estereotipos, las creencias sobre la asignación de roles y la valoración, sobre todo, de las mujeres.

El Estado  ha dado importantes pasos en la en la promoción de la igualdad de género y su inclusión en las políticas públicas (Ley de igualdad de oportunidades, aprobación del Plan Nacional de Igualdad de Género (no es vigente), tipificación del feminicidio- como asesinato de mujeres por razones de género- la creación de la comisión de justicia de género del Poder Judicial, la aprobación del decreto 1410 incorpora delitos de Acoso acoso sexual, chantaje sexual y difusión de imágenes en el código penal, entre otros). Todo ello, en la seguridad de que su implementación constituye un avance sustantivo en la vigencia de los derechos humanos y en la lucha contra la discriminación en todas sus formas , requiere fortalecer al ente rector el ministerio de la mujer y poblaciones vulnerables, incrementando el presupuesto para que se logre desarrollo de capacidades en las y los servidores públicos de los diferentes sectores para su adecuada implementación y monitoreo.

 

¿Qué implica esto en el campo de la educación?

Esto implica, por ejemplo, que el Estado mejore sus esfuerzos para que más niñas y adolescentes puedan culminar la secundaria, para que aprendan tareas de todo tipo y no solo domésticas, y para que se pueda prevenir los embarazos adolescentes. Incorporar el enfoque de género en la educación es un asunto de justicia, democracia, de derechos humanos. Su finalidad es cerrar brechas de género y ofrecer iguales oportunidades para mujeres y varones desde su formación inicial tomando en cuenta las situaciones de desigualdad que viven las niñas, niños y adolescentes y garantizar una cultura escolar libre de violencia de género. Asimismo, la familia tiene la responsabilidad de ser equitativa al momento de repartir roles entre las niñas y las niños. Además, los medios de comunicación tienen un papel en la tarea de dar mensajes, como por ejemplo, el mensaje de la corresponsabilidad en la paternidad, también deben dejar atrás estereotipos dirigidos marcadamente para hombres y mujeres. Y, por supuesto, tenemos el reto de hacer que la nuestra sea una sociedad protectora, que rechace la violencia y la normalización de la violencia, sobre todo contra las mujeres, así como niñas y niños.  Ahí están los casos lamentables de niñas, niños y adolescentes en la vía pública, en los medios de transportes, casos de los que casi no se habla.

 

¿Cuál es la labor de UNICEF ante este tema?

Unicef tiene un programa de cooperación -del 2017 al 2021- que implica  un compromiso formal con el Estado peruano, sobre todo para acompañarlo en la implementación de políticas que mejoren los servicios para las niñas, niños y adolescentes. Ello con el fin de que, por ejemplo, puedan culminar de manera adecuada sus estudios primarios y secundarios, para que la educación secundaria llegue a todas las zonas rurales o de difícil acceso. También estamos apoyando para que haya mayor acceso a los servicios de salud para adolescentes, para prevenir el embarazo adolescente, para enfrentar casos de violencia, para que los funcionarios sepan cómo atender a las víctimas. Adicionalmente, Unicef trabaja en la tarea de brindar información adecuada y oportuna con el objetivo de que el Estado peruano pueda tomar decisiones consistentes, sustentadas e informadas.

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