La trata de personas es un delito que en los últimos años ha cambiado su dinámica de funcionamiento; se ha complejizado y ha agudizado su vínculo con las economías criminales. Conversamos sobre este tema con Abby Ardiles, periodista de El Comercio, y Óscar Chumpitaz, periodista de La República, ambos especializados en la cobertura de la criminalidad organizada y las diversas formas de explotación en el país.
A partir del ejercicio periodístico que ustedes realizan ¿cuál es la percepción que tienen sobre la evolución del delito de trata de personas en el Perú?
Óscar Chumpitaz: En el Perú el delito de trata de personas ha crecido a consecuencia de muchos factores, pero en los últimos años se ha acentuado por la pandemia y por la crisis económica en países como Venezuela. [La crisis] hace estragos y provoca migraciones obligadas y masivas. También por el desarrollo de las comunicaciones digitales, que han sido aprovechadas por redes criminales para multiplicar sus mecanismos de captación.
Hasta hace unos cinco años podíamos decir que la trata con fines de explotación sexual en el Perú se ubicaba solo en La Pampa, en Madre de Dios, u otros asentamientos como La Rinconada, en Puno. Hoy vemos una diversidad de plazas o territorios que son impuestos por distintas mafias. [Están presentes] en diversos distritos de Lima o en otras ciudades como Arequipa, La Libertad, Piura, Tumbes, Lambayeque o Ica.
Abby Ardiles: Efectivamente. Este delito ha evolucionado con prácticas importadas desde el extranjero. [Actualmente] vas a Lince y puedes ver a grupos de chicas que son explotadas. Chicas que están siendo coaccionadas por mafias internacionales para ganar dinero y lucrar a través de sus cuerpos. Vemos las capturas que ha hecho la Policía Nacional con la Dinastía Alayón, Los hijos de Dios o Los Gallegos, todas facciones del Tren del Aragua, que están accionando con mayor hegemonía en el país. Pero además vemos una explotación con un alto índice de violencia.
¿Factores como la migración masiva y la criminalidad han complejizado o modificado la dinámica de la trata de personas?
Óscar: La trata de personas es un delito internacional y está muy relacionado con los flujos migratorios que hay en la región. Desde el 2021 hemos visto cómo redes criminales venezolanas, colombianas y ecuatorianas se vienen disputando las plazas de explotación sexual en Lima, y esto se ha ido asentando. En febrero del 2022 fueron asesinadas dos mujeres ecuatorianas en el Cercado de Lima por negarse a pagar cupos. Desde entonces se declaró una guerra, porque estas chicas habían sido traídas por Los Tiguerones de Ecuador, y estos le declaran la guerra a Los Gallegos.
Abby: Los periodistas recordamos ese caso de las dos ecuatorianas que fueron asesinadas por mandato de Armando, el cabecilla de Los Gallegos, o de Mamut, quién era el cabecilla número tres del Tren de Aragua y manejaba el negocio en los distritos de Lima Norte. Estos grupos estaban vinculados a la extorsión, la trata de personas y el sicariato. Con la migración, lamentablemente, también llegaron estos malos elementos que han hecho que el delito evolucione a niveles sanguinarios. En mayo del 2023, por ejemplo, lanzaron los cuerpos de dos chicas víctimas de trata de personas en la zona de Pasamayito y se desató otra guerra. Veíamos granadas, balaceras, casos de sicariato, a pesar de que Mamut y Mamera –este último, otro jefe de Los Gallegos– no estaban en las calles.
Óscar: Plazas como la de Lince, en Risso o la del Cercado de Lima, antes las tenían mafias peruanas. Una vez que empiezan a emigrar estas redes venezolanas, empiezan a copar también esas plazas y desplazan a los peruanos. Además, en el transcurso de los años también ingresaron redes criminales de Ecuador, como Los Tiguerones y aquí se enfrentaron con estos bandos venezolanos.
Abby: Recordemos que la plaza de Lince estaba manejada por el Cholo Isaac, quien es asesinado por Los Gallegos. Se presumía que él estaba negociando con las chicas víctimas de trata de perdonas de Venezuela para [llevarlas] a Lince y a zonas mineras, pero lo cuadran en un restaurante de comida rápida y lo asesinan. Eso marca un inicio para todo lo que hemos visto desde la época de la pandemia en delitos vinculados a la trata de personas, extorsiones y sicariato. Comenzaron con los descuartizamientos y a dejar las marcas de cómo cometen sus crímenes y cómo iban a tomar a la fuerza la hegemonía territorial de la explotación sexual.
Y bueno, Los Gallegos ya fueron desarticulados, pero ahora la facción remanente son “Los hijos de Dios”, que son tan sanguinarios como los primeros y hasta un poquito más, por lo que he podido leer en los testimonios de sus víctimas.
¿Qué otros grupos, aparte de las personas migrantes, han identificado cómo víctimas de este delito? ¿Y cómo es que las víctimas están siendo captadas? ¿Han podido identificar algunos patrones?
Óscar: En la captación no solamente se ofrecen trabajos a mujeres. También a hombres que los llevan a Gamarra, para diversos tipos de trabajo. Algunos son sometidos a trabajos forzados, otros terminan en extorsiones, como los trabajadores que realizan servicios en mototaxi, por ejemplo, que en su mayoría son venezolanos y también son extorsionados. Creo que por ahí viene otro de los patrones de esta mafia. También llevan a las [víctimas] a minas ilegales. En Pataz; por ejemplo, hemos visto que hay presencia de extranjeros. En La Pampa también hay muchos extranjeros que hacen trabajos ilegales al margen de la ley.
Abby: Según la fiscalía, el año pasado, un caso emblemático fue el Dragón de Taiwán, donde un grupo de hombres y mujeres de procedencia asiática estaban en cautiverio en una casa en La Molina y eran víctimas de trata de personas con fines de explotación laboral. Si pudiéramos buscar un patrón en las víctimas extranjeras, sería que vienen de países en crisis y están en vulnerabilidad, que son captadas con falsas ofertas laborales, con la falsa promesa de que les van a dar un mejor futuro, casa, comida y ropa. Esas personas viéndose en la situación en la que están, confían porque a veces son captadas por familiares, por el amigo cercano o del barrio. Hay un cierto punto de confianza por el cual acceden y terminan cayendo en redes de trata de personas.
El Ministerio del Interior ha manifestado tener avances en la lucha contra la trata de personas, ya sea por operativos, detenciones o rescate a víctimas. ¿Consideran que esto responde a la realidad de lo que está ocurriendo en las calles?
Óscar: Aunque en los últimos años en el Perú se avanzó con la creación de leyes para la lucha y asistencia [a las víctimas], quedan pendientes programas eficaces de ayuda a mediano y largo plazo. Yo considero que no basta con sacarlas de un lugar de explotación, sobre todo si no tienen asistencia legal, psicológica o un refugio seguro. Muchas de ellas han sido testigos claves para desentrañar algunas de estas organizaciones criminales y sus vidas han quedado expuestas. Hemos accedido a varios testimonios y ellas claman por protección y ayuda.
Abby: Sabemos que algunas víctimas de trata de personas han sido repatriadas, pero genera preocupación saber cuál es el tipo de protección que se les está brindando en su país, porque cuando el Tren de Aragua las captó y las trajo a Perú, las extorsionaron. Les dijeron que van a matar a su familia porque ya saben dónde viven, si tienen hijos o hermanos. Entonces ¿si regresan a su país de origen seguirán siendo extorsionadas y coaccionadas? Lo mismo con las víctimas que se quedan en suelo nacional. ¿Qué tipo de albergues tenemos? ¿Qué tipo de procesos les estamos dando a las víctimas? ¿Qué tipo de acompañamiento psicológico se les está brindando?
Y en ese contexto, ¿cuáles consideran que son los principales desafíos que tiene el Estado en la lucha contra este delito y otras formas de explotación?
Óscar: En primer lugar, garantizar políticas públicas en el corto, mediano y largo plazo que permitan a las sobrevivientes de trata de personas reconstruir su horizonte de vida y evitar su revictimización. En segundo lugar, lograr que las investigaciones policiales y judiciales sigan la ruta del dinero que van captando y que no se conformen con condenar a los eslabones más pequeños de la cadena de explotación. Y en tercer lugar creo que se debería masificar las redes de cooperación eficaces. Que se comprometan y coordinen a escala distrital, provincial e, incluso, regional para combatir el delito.
Abby: Creo que uno de los principales retos que enfrenta el Estado es la explotación sexual de niñas, niños y adolescentes vinculados a la trata de personas. Hace poco hemos visto diversos comunicados exigiendo que los hoteles pidan los documentos de identidad de los menores de edad que van a ingresar. No es tan solo una tarea del Estado o del gobierno exigir o seguir haciendo campañas, sino también de la sociedad. A veces somos testigos de algunos delitos y preferimos guardar silencio y nos volvemos cómplices. Creo que la trata de personas se puede abordar desde la prevención, haciendo comunicación social y también desde la aplicación del plan que ya tenemos contra la trata y que tiene bastantes años para ser implementado. Hace poco se ha hecho un recuento de cuánto ya se está ejecutando y vemos que son pocas las instituciones que están comprometidas en la erradicación del delito.
¿Cuál consideran que es la responsabilidad del periodismo y de los medios de comunicación en la lucha contra la trata de personas?
Óscar: La información correcta y responsable es una herramienta clave para la prevención de este delito y para visibilizarlo. La trata de personas es invisibilizada en los medios y, cuando aparece, es en la sección policial. Lamentablemente, muchos medios [ponen la nota] sin un enfoque de derechos humanos, sin una perspectiva de género. Con este diagnóstico inicial, nosotros [los periodistas] hemos decidido asumir el compromiso de proponer herramientas para fortalecer y favorecer la visibilización de esta temática en la agenda mediática y contribuir también a la prevención del delito.
Abby: Nuestra responsabilidad es inmensa. Presentar una nota de trata de personas como “policial” es simplemente contar el hecho. Pero sabemos que este delito merece un análisis profundo, porque hay grandes organizaciones criminales detrás. Decir que asesinaron a dos trabajadoras sexuales es invisibilizar todo el problema. No eran trabajadoras sexuales, eran víctimas de explotación sexual. Eran víctimas de una organización criminal internacional y eran víctimas de una guerra por la hegemonía territorial de una plaza de explotación sexual.
Sobre los periodistas Abby Ardiles es periodista egresada de la Universidad Jaime Bausate y Meza. Escribe en el diario El Comercio desde el año 2022. Actualmente se especializa en la cobertura de temas policiales y trata de personas. Óscar Chumpitaz es periodista egresado de la Escuela de Periodismo Jaime Bausate y Meza. Actualmente trabaja en la sección Sociedad del Diario La República y se especializa en temas de criminalidad y trata de personas. |
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