N° 236: El trabajo infantil, una dura realidad en el Perú


Dos fechas importantes tuvieron lugar la semana pasada en materia de lucha contra la explotación laboral: la conmemoración del Día Mundial Contra el Trabajo Infantil (12 de junio) y la ratificación por parte del Congreso de la República del Convenio N° 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sobre trabajo doméstico (14 de junio).

Según el INEI, en el Perú uno de cada cinco menores de edad son víctimas de trabajo infantil, es decir, aquél que se realiza por niños, niñas y adolescentes (NNA) que no han alcanzado la edad mínima para ejercer una actividad económica. De hecho, el país ocupa el tercer lugar en número de NNA que lo llevan a cabo en Latinoamérica, después de Brasil y México. Esta problemática puede darse en contextos de trata de personas o trabajo forzoso y generar otros abusos como la explotación sexual de niñas, niños y adolescentes.

Se suele decir que los NNA son el futuro del país. Sin embargo, esta frase solo será un lugar común si no se posiciona en la agenda pública la relevancia de la lucha contra el trabajo infantil y si el Estado, así como la ciudadanía, no es consciente de que el futuro de los menores que laboran ilegalmente se ve seriamente afectado por este flagelo. Ello, toda vez que una de sus consecuencias es que perpetúa la desigualdad y la pobreza, pone en riesgo la permanencia de los menores en los centros educativos y recorta una serie de derechos, lo que afecta a su bienestar físico, psicológico y social.

A pesar de que, de acuerdo al Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo el trabajo infantil se ha reducido en los últimos seis años de 26,4 % a 21,8%, el problema persiste, sobre todo para la población infantil y adolescente ubicada en las áreas menos urbanizadas del país. Es por ello que, afortunadamente, contamos desde el año 2012 con una Estrategia Nacional para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil para el periodo 2012-2021 (ENPETI), que involucra a las distintas instituciones públicas en la consecución de objetivos clave como: la reducción de la pobreza de aquellas familias con menores en riesgo; la conclusión de la educación básica de NNA, la reducción de la tolerancia social del trabajo infantil; el incremento y fortalecimiento de los servicios de detección, protección y sanción frente a esta problemática y la generación de información y conocimiento.

Asimismo, siendo que el trabajo doméstico infantil es una de las actividades más frecuentes en las que se encuentran involucrados los NNA, resulta relevante que el Congreso de la República haya ratificado recientemente el Convenio n° 189 de la OIT sobre trabajo doméstico. La ratificación es relevante y necesaria teniendo en cuenta que, según datos de la OIT de 2013 más de 450 mil personas en el país son trabajadoras del hogar, y el 95,6% son mujeres. Además, las condiciones que enfrentan están enmarcadas entre la desigualdad y la discriminación. De hecho, muchas de las mujeres que se encuentran en esta situación suelen estar aisladas porque se les prohíbe abandonar la casa del empleador o incluso mantener el contacto con sus familiares y amigos. Por lo tanto, son las más expuestas al abuso y la explotación.

Este convenio garantiza a toda persona que preste de manera personal servicios remunerados y subordinados en un hogar, derechos laborales tales como: libertad sindical, eliminación del trabajo forzoso, abolición del trabajo infantil y eliminación de la discriminación en el empleo. Asimismo, reconoce un contrato de trabajo escrito, acceso a la seguridad social (como prestaciones por maternidad), entre otros.

En materia de trabajo infantil son relevantes también la obligación de fijar una edad mínima de trabajo; la garantía al acceso a la escolaridad y a oportunidades para la enseñanza superior; así como una protección efectiva contra toda forma de abuso, acoso y violencia; condiciones adecuadas para trabajadores migrantes como conservar sus documentos de viaje y de identidad; etc.

Es decir, el Estado peruano ha asumido compromisos específicos por los cuales deberá adecuar su legislación (que en esta materia otorgaba menos derechos a través del régimen especial de trabajadores del hogar) a los nuevos estándares internacionales, en especial para aquellas poblaciones en situación de vulnerabilidad como NNA y trabajadores migrantes. Con estos avances y con la fiscalización necesaria de parte de las instituciones y la sociedad civil, podremos realmente trabajar para erradicar el trabajo infantil.

 

Fuentes:

  • Instituto Nacional de Estadística e Informática, 2015.
  • Organización Internacional del Trabajo, 2015 – 2013.
  • Informe de la Relatora Especial de Naciones Unidas sobre las formas contemporáneas de la esclavitud.

 

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