El año 2008 Mirada Ciudadana realizó un seguimiento a 17 casos de tráfico ilícito de migrantes de ciudadanos de origen chino (Reporte Nº 7) que ingresaban por la frontera norte (Tumbes) y salían por el sur (Puno) hacia Bolivia y Brasil con destino final a Estados Unidos.
Esta investigación puso de manifiesto rutas, costos y vinculaciones de este delito con la trata de personas.
Desde esa oportunidad Mirada Ciudadana ha realizado un seguimiento de las zonas de frontera con miras a proponer una agenda especial de trabajo para esta parte del país.
Puno, marcada por el incremento de la minería informal ha visto con el paso del tiempo incrementar exponencialmente la demanda de mujeres con fines de explotación sexual en bares y cantinas, tanto de origen boliviano como peruano. A ello se ha sumado una demanda del otro lado de la frontera por víctimas peruanas, adicionalmente con fines de explotación laboral.
Llama la atención que las noticias de niños desaparecidos en la región Puno muestre un incremento notorio en los últimos años. Sin duda es una señal de que algo pasa.
Tumbes, en el último tiempo ha pasado a convertirse en lo que llamamos «el corredor norte» de la trata de personas con destino a Ecuador. Esta ruta se alimenta de víctimas con fines de explotación laboral y sexual de origen norteño (costa, sierra y selva). De esta forma es una vía de salida con destino final incierto, pasando por campos de cultivo y bares en el país vecino. Al igual que Puno, la región Tumbes ve incrementarse el número de personas desaparecidas, sobre todo de adolescentes mujeres. Recordemos el caso de las 2 adolescentes de Tumbes que fueron rescatadas de un bar en Puerto Bolívar en el mes de febrero del presente año.
Madre de Dios y su salida a través de Iñapari, representa otro corredor importante de salida de víctimas peruanas, esta vez con destino o vía Brasil. Por su parte Loreto a través de Caballococha es otra puerta de ingreso a Brasil y Colombia.
Ante esta situación la respuesta inmediata es apelar a fortalecer los controles migratorios, pero ¿Acaso será esto suficiente?
Para responder a esta pregunta, hay que analizar el caso de la frontera con Chile (Santa Rosa), que si bien se caracteriza por tener los mejores controles migratorios del país, no ha podido hacer frente a la trata de personas, como lo demuestran los casos de mujeres peruanas que fueron llevadas con engaños (falso empleo).
¿Entonces qué hacer?
Como lo dice nuestro titular, se requiere de una agenda especial de trabajo en zonas de frontera que pasa por algunos puntos que aquí planteamos y que implica un reto importante para el Estado.
-Fortalecer la institucionalidad pública para enfrentar el delito. Esto supone desterrar la corrupción y mejorar los controles con tecnología y capacidad operativa y técnica. Requiere además la presencia real del Estado (servicios, personal capacitado, redes de trabajo, entre otros)
-Investigar las vinculaciones evidentes entre la trata de personas, y el tráfico ilícito de migrantes, sobre todo en la frontera norte del país. Esta combinación de delitos, por el dinero, su relación con otros delitos (como el pase de droga) y sus nexos con la corrupción convierten a las organizaciones criminales en realmente poderosas al momento de hacerles frente.
-Tomarse en serio la desaparición de personas en regiones limítrofes. Las zonas de frontera probablemente sean los lugares donde la búsqueda de una persona desaparecida, no puede esperar ni un minuto y menos 24 horas como erróneamente sucede en muchos lugares del país.
-Informar a las poblaciones más vulnerables, acerca de la trata de personas, sus medios más usuales de captación, rutas. Es necesario saber qué hacer ante una situación de riesgo. Esto incluye informar a usuarios de controles migratorios.
-Fortalecer los controles intermedios antes de llegar a la frontera. Es decir, no esperar que un menor de edad atraviese gran parte del país para verificar si dispone de autorización para viajar.
-Establecer una agenda especial regional, atendiendo los retos que plantea cada zona de frontera.
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