N° 164: Existe la necesidad de darle seguimiento periódico a la evolución del trabajo infantil en el país


Entrevista a María Olave Berney, Oficial de Programas para Sudamérica del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil-IPEC, Oficina Internacional del Trabajo-OIT.

1. Este viernes 12 de junio se conmemora el Día Mundial contra el Trabajo Infantil ¿Nos podría mencionar cuáles son los principales desafíos en la lucha contra esta problemática en América Latina? 

Sin duda, el principal desafío es superar el estancamiento que se registra en la reducción del indicador del trabajo infantil. América Latina y el Caribe es una de las regiones del mundo que más progresos ha mostrado hacia el logro de la meta de erradicación del trabajo infantil, especialmente en sus peores formas. En ese sentido, creo que hay tres aspectos a los que se les debe dar prioridad:

El primer aspecto se refiere a intensificar los esfuerzos de los países para generar empleos de largo plazo y eso solo se logra con un crecimiento inclusivo que permita reducir la informalidad y la pobreza, así la región podrá mejorar su productividad y reducir las desigualdades. En esa agenda amplia, el enfoque de trabajo decente es crucial y ello sin duda impactará en la reducción del trabajo infantil.

El segundo aspecto tiene que ver con la necesidad que los países, independiente de la magnitud de trabajo infantil que afronten, incrementen el presupuesto público disponible para poder ofrecer los servicios necesarios para los niños y niñas y sus familias, o ampliar los que ya existen, pero que no alcanzan a beneficiar a todos los afectados (educación de calidad, protección de la salud, transferencias condicionadas o no, apoyo para la empleabilidad y la generación de ingresos, etc.)

El tercer aspecto es avanzar en el trabajo articulado entre los actores competentes que tienen la responsabilidad de resolver el problema del trabajo infantil, pues si se acepta que se trata de un fenómeno multidimensional, se debe trabajar en una respuesta interinstitucional, intergubernamental e intersectorial, en el entendido que lo que se debe lograr al final de cuentas es el restablecimiento de los derechos que hayan sido afectados por la condición de trabajo prematuro y la creación de nuevas oportunidades para los adultos responsables por el cuidado y protección de esos niños y niñas. En esta apuesta todos tenemos un papel que jugar.

2. Se calcula que uno de cada 10 niños latinoamericanos trabaja. En el Perú la proporción es uno de cada cuatro, convirtiendo a Perú en el segundo país latinoamericano con más casos de trabajo Infantil [1] ¿Cuáles creen usted serían los factores determinantes de esta situación? 

Creo que básicamente en el Perú se presentan los mismos determinantes que en el resto de los países del mundo. Al tratarse de un problema multidimensional, el factor pobreza es un elemento importante. Pero es claro que a mayor pobreza, mayor vulnerabilidad a la participación económica de niños y niñas.

El factor educación es otro determinante del problema en el país, tanto en términos de acceso, como de calidad. Si uno revisa la información disponible en el país se da cuenta que la mayoría de los niños y niñas asisten a la escuela primaria, eso nos pone entre los 11 y 12 años más o menos, pero si miramos más de cerca los datos, también nos damos cuenta que esos mismos niños están trabajando, es decir, reparten su tiempo entre el estudio y el trabajo. La pregunta es entonces: ¿Es posible rendir y tener logros académicos combinando la exigencia del estudio con la del trabajo?

Nuestra experiencia nos dice que no, y eso también lo demuestran los datos en Perú, pues cuando miramos la asistencia escolar en secundaria, es decir, para chicos y chicas de 14 o 15 años, el porcentaje desciende al 80-85%, es decir, ahí los estamos perdiendo, y probablemente se hallen trabajando, lo que parece lógico, pues por un lado tienen más fuerza de trabajo, están en una edad legal para hacerlo y obtienen un retorno más rápido que con la permanencia en la escuela. Pero esa deserción se acumula, empieza en la transición de la primaria a la secundaria y es lo que no estamos atendiendo debidamente. Muchas veces la escuela es ciega ante la realidad del trabajo infantil que está en sus aulas y lo que es peor, le compite por el uso del tiempo y la dedicación de los niños y  muchas veces le está ganando la partida.

El factor de percepción y tolerancia social al trabajo infantil es quizás uno de las diferencias más observables en el caso peruano. De acuerdo con estudios que hemos realizado en OIT, a la sociedad le parece bien que los niños y niñas trabajen, le atribuyen un valor formativo al trabajo e incluso de seguridad y control social, pues al ser entrevistadas, muchas personas respondieron que en caso de muerte de los padres o de quedar solos, el hecho que ya trabajen, les prepara para la vida, para asumir responsabilidad por ellos mismos. Eso evidencia una tremenda sensación de desprotección y peligrosamente se le asigna al trabajo infantil ese valor que debería estar en realidad en servicios y programas públicos que reduzcan las vulnerabilidades de las familias pobres  a crisis como la pérdida de un empleo, la discapacidad por un accidente, el fallecimiento de la persona proveedora del hogar, etc.

Un factor muy importante asociado a la persistencia del trabajo infantil y adolescente peligroso en el Perú es la estructura del mercado laboral y el déficit de trabajo decente que se registra en el país. Pues se estima que más o menos el 70% de los empleos que se generan en el país se dan en el sector informal de la economía, es decir, estamos hablando de trabajos desprotegidos, mal remunerados e inestables, que impactan negativamente en la posibilidad que las familias tienen de satisfacer sus necesidades básicas, por eso recurren a estrategias complementarias, como adultos con más de un empleo o incorporar a más miembros del hogar en actividades productivas, entre ellos los niños y niñas.

 3. El Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) estima que hay 832 000 niñas y niños entre 6 a 13 años trabajando, de los cuales el 67.5% se concentra en el área rural. Basada en su amplia experiencia ¿Podría mencionar algunos factores clave en la lucha contra el trabajo infantil en esta área de residencia?

Es importante precisar que en el área rural los niños, niñas y adolescentes que trabajan están realizando una diversidad de actividades, con diferentes niveles de riesgo, pero sin duda, la mayor participación laboral se da en el sector agrícola, tanto en modalidades de trabajo familiar no remunerado para la propia unidad familiar o parientes cercanos, como en esquemas de trabajo a destajo como mano de obra complementaria de los adultos en cosechas estacionales.

En todo caso, es importante recalcar que lo que más predomina en la región de América Latina y el Caribe es el trabajo infantil en la agricultura familiar en condiciones de informalidad, pero vinculada a menudo, con la agricultura comercial, lo que crea una heterogeneidad de escenarios.

En este sentido, algunos factores clave que desde la OIT creemos se deben tener en cuenta para este tipo de trabajo en particular son:

– Definir si se trabajará por enfoque de cultivo o con uno de modelo productivo y ello depende principalmente de las características del trabajo infantil que se hayan identificado y del esquema de producción predominante en el país. (agricultura familiar o industrial).

– Combinar el enfoque de intervención territorial, que facilita trabajar con el tejido productivo e institucional, lo que favorece la movilización, la creación de capacidades y la provisión de servicios, sin descuidar que el trabajo infantil en el sector rural tiene el elemento de la migración, que obliga a ampliar la acción de las intervenciones.

– Crear capacidades en los actores institucionales competentes y esto es clave para involucrar a los ministerios de agricultura y ganadería y también a las instituciones responsables del diseño e implementación de políticas y programas de desarrollo agrario.

– Generar alternativas y/o mejoras en los medios de vida de las personas en las zonas rurales es clave para proporcionar apoyo a las familias que dependen de la mano de obra de sus hijos e hijas para generar sus ingresos. Esto puede incluir capacitación vocacional, acceso a insumos y semillas y apoyo técnico para la gestión y acceso al mercado, entre otros.

– Vincular activamente a las familias, organizaciones de base, líderes locales y los propios niños, niñas y adolescentes en un proceso de toma de conciencia y reconocimiento de los graves riesgos que implica el trabajo agrícola para el desarrollo infantil, logrando que se reconozca que la vinculación de los niños no es una ayuda, sino un trabajo  y una responsabilidad muchas veces excesiva e incluso peligrosa para su corta edad.

4. El 56.5% de víctimas de trata de personas son menores de edad [2] ¿Nos podría mencionar de que otras maneras se relacionan el trabajo infantil y trata de personas en nuestro país?

Desde la perspectiva de la OIT, la trata de niños, niñas y adolescentes es una de las peores formas de trabajo infantil, explicitada en el Convenio 182 ratificado por el Perú en el año 2002.

En el caso del Perú, se ha identificado la trata como un medio a través del cual los niños, niñas y adolescentes son explotados sexual o laboralmente. En el primer caso se han detectado niños usados en redes de producción de pornografía, explotación sexual o el tráfico de drogas. En el segundo, se han detectado casos de niños, niñas y adolescentes en actividades económicas como el trabajo doméstico, la participación en cosechas estacionales en determinadas zonas del país o el trabajo en calle en ciudades grandes e intermedias.

Es importante tener claro que la trata de niños, niñas y adolescentes tiene como resultado el trabajo infantil, ya sea en actividades peligrosas o en formas delictivas de explotación. A las personas menores de edad que son víctimas de la trata, las pondrán a trabajar en cualquier actividad que les genere ganancias a los traficantes y sus redes y eso lo hacen aprovechando la extrema vulnerabilidad en que se encuentran al estar lejos de sus hogares y de sus familias.

5. En la Estrategia Nacional Para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil en el Perú del MTPE se plantea la necesidad de mejorar las fuentes de información en la lucha contra esta problemática. Desde su trabajo en el IPEC  ¿Qué soluciones recomendaría? 

El tema de la información y el conocimiento tiene varias dimensiones, pero creo que hay por lo menos tres que son prioritarias para el caso del Perú.

La primera tiene que ver con la necesidad de darle seguimiento periódico a la evolución del trabajo infantil en el país. Necesitamos estar en capacidad de medir cuántos niños, niñas y adolescentes trabajan, qué edades tienen, en qué sectores productivos están más involucrados, cómo es su desempeño educativo, a qué riesgos se exponen, en que zonas geográficas se concentran, pues eso aportará elementos para la toma de decisiones sobre qué políticas y servicios públicos, reforzar, ampliar o incluso crear, para lograr retirarlos del trabajo infantil o en el caso que estén en edad de trabajar, disminuir los riesgos de la actividad que realizan y asegurar la protección del trabajo.

La segunda tiene que ver con la evaluación de lo que se está haciendo. Desde la OIT reconocemos el enorme esfuerzo que hace el país, particularmente notorio en este período de gobierno, por realizar intervenciones directas en zonas geográficas, con niños, familias, comunidades, docentes, personal de salud, entre otros. También las empresas, en el marco de sus estrategias de responsabilidad social han empezado a desarrollar acciones orientadas a reducir el trabajo infantil, pero infortunadamente no conocemos los resultados obtenidos, no sabemos el impacto de esas intervenciones en la reducción, o no, del trabajo infantil. Por eso es tan importante hacer evaluaciones y medir lo que se hace, de esa manera podemos ajustar la respuesta, aportar evidencias para aumentar la inversión pública, o dejar de hacer cosas que no están funcionando.

La tercera cuestión relacionada con las fuentes de información, tiene que ver con la necesidad de más investigación académica sobre el tema del trabajo infantil. En realidad conocemos muy poco de ciertas formas o modalidades del trabajo de los niños y adolescentes en el país. Podría explorarse más la situación del trabajo infantil en la economía informal; tener estudios sectoriales específicos en agricultura, especialmente en determinados cultivos; investigar sobre las llamadas formas delictivas de trata, uso de los niños en producción y tráfico de drogas, situaciones de explotación sexual comercial… Hay un tremendo campo donde al país le hace falta conocimiento y eso quizás tenga que ver con que desde la academia, especialmente las universidades, o no se están realizando suficientes actividades de investigación o no reconoce el tema de trabajo infantil y adolescente como un objeto de estudio. Ahí tendría que incidirse especialmente.

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