N° 223: Entrevista a Elizabeth Salazar, periodista de Ojo Público


¿Has encontrado prácticas inadecuadas relacionadas a víctimas de trata de personas en medios de comunicación nacionales?

Sí, hay muy poco cuidado la difusión de fotografías, imágenes o términos con los que se estereotipa a las víctimas.

Asimismo, se suele describir en exceso dónde estuvo la víctima, qué hizo antes, u otros detalles que llevan al morbo o a imaginar la escena de explotación en sí. Lo más peligroso es que mucha de esta información podría identificar a la víctima y/o su ubicación.

En el caso de menores de suele ser más evidente que debe protegerse su imagen, aunque no se realice en todos los casos. Pero en los casos de víctimas mujeres mayores de edad, además se les suele mostrar con los shorts pequeños o con la ropa apretada, y esto las estigmatiza.

 

¿Y cuál podría ser una buena imagen para mostrar?

El reto para los periodistas que quiera respetar a las víctimas, está en encontrar imágenes que no las estigmatice, pues lo más común es encontrar imágenes de ellas con la ropa apretada, en fila, subiéndose a la camioneta de la Policía.

Otra forma de graficar la trata es no enfocarse en las víctimas, sino en los tratantes. A veces los tienen detenidos, incluso hay fotos suyas que podrían usarse. O mejor aún, fotos de los operativos, de las incautaciones de registros de los tratantes donde figuran cifras o nombres, o incautaciones de las fotos del local, entre otras. Los tratantes son los culpables, no las víctimas. Ellas no deberían estar en ese titular y mucho menos en las fotos. A veces olvidamos ese lado de la historia.

 

¿Por qué se permiten estas prácticas en los medios de comunicación?

Los temas de explotación sexual o violencia sexual parecen tan comunes, o están tan normalizados, que algunos editores o periodistas necesitan del morbo que genera una figura femenina victimizada o vulnerada en sus derechos para que la historia pueda ser atractiva.

También existe una deformación profesional. Hay una visión pre existente de esta mujer débil que es víctima o es, también, una idealización de víctima. Eso se uno a los estereotipos o prejuicios que carga toda persona. En este caso, al convertirse uno en periodista, no se libera de este bagaje.

Cuando se escribe una nota sobre víctimas de trata de personas, la deformación profesional y los estereotipos de expresan de forma natural. No se reflexiona sobre las consecuencias que la nota puede tener sobre las víctimas o qué efecto existirá en los lectores. No existe ese procesamiento, es muy mecánico. Todo lo que tiene que ver con violencia sexual está enfocado de esta manera, no es exclusivo de la trata de personas.

 

¿Cómo estas malas prácticas afectan los derechos de las víctimas?

Afectan tremendamente. Se vulnera su derecho a la privacidad, al resguardo de su imagen. No existe esa protección que deben tener, sobre todo, las victimas de trata de personas. Ellas, a diferencias de cualquier otro delito, están sometidas a posibles amenazas, a la vulneración de sus derechos de acceso a  la justicia.

Es un camino largo y el Estado aún no ha brindado los mecanismos necesarios para protegerlas. Y ellas salen expuestas en situaciones que ni siquiera han pedido, que ni siquiera se les ha consultado. Se les expone, pues el tratante podría identificar a sus familiares. O, a veces, la víctima buscaba mantener su caso en secreto; sin embargo, los medios le revelan esta información a la familia o a su comunidad.

 

¿Cómo los medios de comunicación influyen en la percepción que tiene el público sobre las víctimas de trata de personas?

Influye muchísimo y esto se refleja en los comentarios de las noticias que se publican en redes sociales. Cuando se postean notas con fotos de este tipo, hay muchos comentarios que reiteran la idea de que las chicas están ahí porque quieren, porque les gusta, porque buscan dinero fácil, y así se normaliza esta forma de explotación.

Esto no solo sucede con las fotografías, muchas veces con los titulares o el desarrollo de la noticia: “Rescatan a quince chicas que se prostituían en bar de Mazuko”. Se utiliza el término “prostituían” como si se tratase de un tema de voluntad, se pasa por alto que existe un proceso de captación, traslado y retención de la víctima.

 

¿Y cuáles deberían ser los términos correctos?

Por ejemplo, se puede decir que eran víctimas de explotación o que fueron captadas para ser sexualmente explotadas en un bar. Al no utilizar correctamente los términos, haces que la gente crea que es una acción voluntaria y no de explotación sexual. Es como decir “si ellas quieren hacerlo, entonces no hay por qué meterse”.

Al hacer eso, el periodista desvirtúa el delito y asienta en la sociedad la idea de que no es tan grave como pensamos. Así se reduce el peso del delito y se recrea el concepto social. Se vuelve atenuante y más permisivo, se desalienta la denuncia y, en caso que lo hagan, estas no son tomadas en serio.

 

¿Cuál debería ser el rol de los medios de comunicación en la sociedad frente a la trata de personas?

Como medios de comunicación no debemos olvidar que somos, exactamente eso, un medio entre la información, el hecho comprobado y la gente.

Nosotros cogemos el hecho, lo procesamos, lo confirmamos, encontramos evidencia, investigamos y una vez que este paquete está listo, recién lo devolvemos al otro lado, donde está la sociedad.

Entonces ¿qué pasa cuando no tenemos el filtro adecuado? No cumplimos el rol como medio de comunicación.

El rol principal de todo medio de comunicación debería ser informar de la forma más verídica y completa posible porque también, y a veces lo olvidamos, debemos cumplir un rol educativo, sobre todo en temas sociales o de protección de derechos humanos. Y debemos mover estos temas en nuestros medios, más allá de lo que pueda o no hacer el Estado.

 

¿Y cómo volver educativa una noticia sobre trata de personas?

Cuando nosotros informamos sobre una denuncia o sobre el rescate de una víctima de trata de personas, debemos decir primero qué es una víctima de trata de personas, por qué es víctima y qué ocurrió.

También es importante recalcar que, si a alguien le pasara, existen formas de denunciarlo. Es un tema de prevención.

Una historia puede ser recogida por miles, y ahora con las redes sociales y el internet, esas historias permanecen en el tiempo y pueden ser leídas por más personas, por eso no debemos olvidarnos del rol educativo y preventivo que debemos tener los medios de comunicación.

 

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