N° 240: Mike Dottridge, defensor de Derechos Humanos y director de Anti-Slavery International


¿Por qué deberíamos evitar utilizar el término esclavitud moderna?

En todo el mundo, desde siempre, ha habido esclavitud. Sobre todo en la región de las Américas hubo una época histórica donde la esclavitud fe una práctica, por demás, opresiva. Según la definición en los diversos instrumentos, tratados y convenios internacionales sobre esclavitud, si se ubican estos casos, se les debe denominar como “esclavitud”, pues eso es lo que son.

Durante medio siglo, había discusiones en la ONU para decidir cómo categorizar otras formas de explotación humana, y al final del siglo pasado se llegó a la adopción de un protocolo sobre la trata de personas. También hay definiciones de otros términos como trabajo forzoso y servidumbre. En Perú, en los años 90, el término “servidumbre” parecía ser el más apropiado para hablar de explotación laboral. La dificultad con un término como “esclavitud moderna” es que no tiene un significado ni en el código penal ni hay una definición concreta a nivel internacional. Entonces puede ser interpretado y aplicarse a casi todo, y esa fue mi lucha a fin de los años 90, cuando la ONU usaba el término “formas contemporáneas de esclavitud”, pues cada organización que se había enfrentado a casos de explotación de personas quería imponer el uso de este término, apelando al lado emocional de la audiencia. Pero en realidad hay un criterio bastante objetivo que se tiene que aplicar en los tribunales si hay un caso que requiere condena, y así es que a nivel de las cortes regionales como la Corte Interamericana de Derechos Humanos hay definiciones muy específicas.

En mi opinión hay problemas políticos con el término, en realidad no hay nada de moderno sobre la esclavitud ni otras formas de explotación. Quizá haya una manifestación moderna de esclavitud o de prácticas parecidas pero no es diferente: esclavitud es esclavitud. En realidad muchos de los casos que conocemos en Perú o en Brasil son formas de servidumbre, es un término muy técnico que el público no entiende (trata de personas o servidumbre). Se tienen que explicar, pero utilizar “esclavitud moderna” no es una respuesta adecuada.

 

¿Considera que utilizar términos como “esclavitud moderna” modifica prácticas nacionales a nivel de Estado o afecta la atención y tratamiento de víctimas de los diversos tipos de explotación que existen?

Es una preocupación. No tengo muchas pruebas, pero desde hace mucho tiempo, en mi país, mi preocupación era que la policía u oficiales del gobierno, al recibir la instrucción de brindar atención a una víctima de esclavitud, se concentre en asistir únicamente a una personas que casi estaba presa, encadenada. La realidad es que la explotación de víctimas de trata de personas es una acción casi invisible, pues hay muchas formas de coacción que no son visibles. Esta invisibilidad necesita una asistencia y protección del Estado.

Cuando se adopta un término muy general, como el de “esclavitud moderna”, hay tendencia a incorporar a muchas personas y ese es el impacto actual. Se habla (en el Global Slavery Index – GSI) de 80 000 personas en esclavitud moderna en el Perú, casi 370 000 en Brasil y 340 000 en México.

 

¿Considera que el término invisibiliza aquellos delitos que, se supone, se incluyen dentro de la nomenclatura? ¿Cómo cree que el término afecte a las investigaciones que se puedan hacer posteriormente, por ejemplo, en algunas organizaciones? ¿Cómo impacta la diferencia de cifras que se maneja desde algunas organizaciones a aquellas que se manejan desde el  Global Slavery Index?

Hay problemas, no solo con el término “esclavitud moderna”, sino también con la metodología que usan las organizaciones ligadas a Andrew Forest, un italiano que ha financiado muchas actividades sobre esclavitud moderna.

En un país como el Perú, donde se han identificado víctimas de trata de personas y donde se tiene que continuar la mejora y el desarrollo de los poderes públicos contra este fenómeno, el GSI publicó que hay 80 000 víctimas de “esclavitud moderna” identificadas. A mí me parece que sería mejor focalizar sobre los casos que se tienen que resolver. Es mejor resolver esos casos que pensar donde están esas 80 000 víctimas y cómo vamos a identificarlos, porque correspondería inventar una metodología diferente.

Hay muchos casos invisibles, los primeros que conocí en Perú eran Ashánincas y hace 2 o 3 años CHS ha tratado otros casos de miembros de esta etnia que eran víctimas de trabajo forzoso o eran presos por Sendero Luminoso. Quizá es que hay muchos casos, según informaciones que maneja el GSI, que podrían ser matrimonio forzoso, de trabajadoras del hogar explotadas, pero probablemente sería más eficaz hablar de cada grupo como tal. Si hay explotación de personas en Lima, debe haber una acción específica necesaria para resolver cada caso.

Se tiene que entender el nivel del problema en cada país, pero en mi opinión para este análisis, necesitamos investigaciones en el país y no análisis estadístico.

¿Cuál considera que es la carga semántica que lleva el término esclavitud moderna?

En mi trabajo tengo que hablar de todas las formas de explotación, muchas veces. Quizá un término como esclavitud moderna sería apropiado si fuera adoptado por la ONU o por una mayoría de países miembros, pero la realidad es que no hay consenso sobre este tema. Antes sí había un consenso sobre el término trata de personas. A nivel internacional hay muchos países que no aceptan el término “esclavitud moderna” y, entonces, en reuniones internacionales se pierde tiempo porque hay argumentos sobre la terminología. Eso me parecía algo predecible y es una lástima que las acciones internacionales contra la trata no son suficientes y se pierda tiempo en otras discusiones.

¿Usted ha barajado otras opciones alternativas al término de esclavitud moderna o sería mejor que cada forma de explotación sea llamada por su nombre?

Cada práctica puede usar su nombre, pero se debe buscar consenso y no imponer un término que otros no aceptan. Entonces, estoy completamente de acuerdo que en Brasil se habla de trabajo esclavo, usado desde el año 90. Hay una falta de consistencia de lo que se llama trata humana y la diferencia con el trabajo esclavo.

Pero en otras zonas como India, donde probablemente hay millones de personas, ninguna organización local ni el gobierno acepta que los casos de servidumbre son casos de esclavitud. En realidad es a nivel local donde se tiene que aceptar los términos apropiados. Desde el exterior podemos hacer tentativas para comprender las situaciones locales, a entender lo que pasa en sus países y para hacer una acción apropiada, pero ahora tenemos un movimiento internacional que quiere imponer al exterior y no apoyar las actividades locales.

 

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