N° 250: El trabajo del hogar tiene que ser visto como cualquier otro trabajo


Sofía Mauricio, coordinadora de la Asociación Grupo de Trabajo Redes “La Casa de Panchita”.

El 30 de marzo es el día de la trabajadora nacional. ¿Es un día para celebrar? ¿Qué le suscita esta fecha?
Antes que nada, es bueno saber la historia de esta fecha. En marzo de 1988, 11 países nos reunimos en Colombia, las organizaciones de trabajadoras del hogar y formamos la Confederación Latinoamericana y Caribe de Trabajadoras del Hogar. En esa convención se instituyó el 30 de marzo, día de la clausura del evento, como el día internacional de las trabajadoras del hogar. Luego en el Perú, en 2007, se instauró el día nacional de las trabajadoras del hogar. Esta fecha nos recuerda todo lo que el Estado todavía tiene por hacer respecto a los derechos de quienes hacer trabajo doméstico. Además, se realiza una feria donde participan diversos sectores.

Entonces, ¿usted diría que se ha avanzado?
La situación ha ido mejorando. Por ejemplo, ahora, en el Ministerio de Trabajo existen dos mesas de trabajo sobre las trabajadoras del hogar. También hay una mesa que se encarga del seguimiento al cumplimiento del Convenio 189 del OIT sobre trabajo decente de las trabajadoras del hogar, aprobado el 2011 y ratificado por el Perú recién en julio del 2018. Entonces, el Estado va a tener que modificar la ley vigente de Trabajadoras del Hogar publicada en el 2003. Incluso sé que ya hay una propuesta de ley para que sea vista en el Congreso de la República, que es donde finalmente se van a modificar las leyes.

¿Cuáles son los puntos básicos que se debería incorporar a la normativa laboral?
Tiene que establecerse que el contrato tenga que ser por escrito. Actualmente la ley dice que puede ser verbal o escrito. Pero el problema es que cuando es verbal la mayoría de las veces el empleador le dice a la trabajadora del hogar que, como no hay nada escrito, no puede reclamar y no existe ninguna vinculación. El problema es que es bien difícil demostrar lo que se haya acordado en un contrato verbal. El otro tema es el sueldo. De acuerdo al Convenio, el sueldo no debería ser menor al sueldo mínimo vital. Actualmente, en cambio, la ley no coloca un mínimo, pues solo señala que el monto se negocia entre las partes. Entonces una trabajadora del hogar puede ganar mucho menos que el sueldo mínimo vital. Eso tiene que ser modificado. Que las trabajadoras del hogar ganen al menos el sueldo mínimo va a contribuir a su aseguramiento social. En el presente, la ley sí indica que las trabajadoras deben estar aseguradas, pero si sus sueldos son muchas veces menores al mínimo vital, en la práctica, no se pueden asegurar.

¿Cuán distinta es la realidad de Lima en referencia al interior del país?
Por lo general, en el interior del país las trabajadoras del hogar suelen conocer menos sus derechos o desconocerlos del todo. De otro lado, empleadores no saben cuáles son los deberes de las trabajadoras. Pero la verdad es que ello también ocurre en Lima. Aquí la mentalidad de los empleadores suele considerar que porque la trabajadora vive en mi casa ya no hay la obligación de pagarle un sueldo o de cumplir lo que dice la ley. El tema central es valorar la labor del trabajo doméstico. Eso ocurre además en las familias donde la mujer se queda en casa, el hombre no le da la importancia necesaria al trabajo doméstico.

¿Cómo hacer para que los empleadores conozcan los derechos de las trabajadoras del hogar?
¿Por qué contratas a una persona? ¿Cuánto pierde al no tener una trabajadora del hogar? El empleador tiene que darse cuenta de que la labor de la trabajadora del hogar es importante y le facilita las cosas en la casa. Que piense, por el contrario, cuánto le costaría no tener a la trabajadora. Las cosas no se hacen por magia, sino por trabajo. De otro lado, el empleador debe ser considerado y recordar que la trabajadora es un ser humano, que el trabajo que tiene es un trabajo como cualquier otro. Si por ejemplo, la jornada laborar ya terminó y el empleador llega tarde a la casa, entonces no debería decirle a la trabajadora que le caliente y le sirva la comida. Ella, al igual que el empleador, está cansada y ya terminó su horario de trabajo. Que se vea que la trabajadora del hogar no es una esclava. Que no se piense que es un robot, que no tiene vida. Hay que desterrar esa idea que me pagas el sueldo porque eres buena gente. Imaginen que un lunes en época escolar todas las trabajadoras del hogar desaparecen. Sería un caos, pero entonces sí le darían valor a la trabajadora del hogar, se darían cuenta que existen. Se darían cuenta que las cosas de las casa no se hacen solas. No hay que hacerlas invisibles. Deberes y derechos van de la mano.

Entonces hay que Interesarse por ellas
Interesarse por ellas. Ponerse en sus zapatos.  Recordar que las trabajadoras del hogar tienen nombre, sueños, ambiciones.  Por eso los empleadores deben tratarlas como les gustaría que los traten a ellos en sus trabajos. Si una trabajadora del hogar te dice: hola, buenos días, buenas tardes, respóndele. Uno se siente muy mal cuando saluda y no le responden. Interésese por ellas. ¿Alguna vez le han dicho gracias por cuidar a mis hijos? ¿Saben cuándo es su cumpleaños? El empleador debe decir: gracias, por favor. Pidan disculpas si es necesario. Eso va a ser muy gratificante para la trabajadora del hogar.

¿Qué decir sobre la visión que se tiene de la trabajadora del hogar?
Tenemos que crear consciencia de que el trabajo del hogar tiene que ser visto como cualquier otro trabajo.  Así como cuando uno labora en una oficina, uno tiene un horario de entrada y de salida, igual, aunque la persona trabaje cama adentro, con las trabajadoras del hogar debe ser lo mismo. También tienen una serie de deberes y tareas que cumplir como cualquier otro trabajador. Y, de igual forma, si alguien no cumple con ello el empleador puede prescindir de sus servicios.  Otro punto clave es que la trabajadora del hogar valore su labor y no olvide que lo que hace es un trabajo, un trabajo como cualquier otro.

Por un lado el mensaje es cambiar la mentalidad, pero ¿cómo va el tema del sistema punitivo, de las sanciones?Bueno, el Estado tiene ahí una labor pendiente. Por ejemplo, ¿puede entrar o no el Ministerio de Trabajo a una casa particular para supervisar si se cumplen los derechos de las trabajadoras del hogar? Algunos dicen que sí, otros dicen que no. Hay un debate al respecto, pero, mientras tanto, en la práctica SUNAFIL no hace esas visitas.  Otro tema que debería ser mejor supervisado es el campo de las agencias de empleo. ¿Hay un verdadero seguimiento? ¿Supervisan que está pasando? Se sabe que indebidamente algunas retienen documentos o, incluso, se prestan para la trata de personas. Tienen contactos en el país y si tú me dices que quieres una chica bien joven, recién venida, ellos logran traértela. Y uno se pregunta, ¿Por qué quieren una chica así, desinformada? Otro aspecto en el que el Estado debe trabajar es en la difusión de los derechos de las trabajadoras del hogar. Por ejemplo, el Ministerio de Trabajo tiene una línea para llamar por casos de denuncias laborales, pero hay una opción que es especial para las trabajadoras del hogar y eso no se difunde. El Estado tiene que dar a las trabajadoras una atención de calidad y calidez. Se trata, por cierto, de un trabajo intersectorial con los sectores Trabajo, Educación, Mujer e Interior.

¿Cómo llegan las trabajadoras a los hogares?
Aunque no hay estadísticas, antes la mayoría venía de la zona andina, pero yo diría que, por lo que vemos, está creciendo el número de mujeres llegadas desde la Amazonía. Hay, además, un grupo grande de trabajadoras que son de Lima o lugares cercanos. Son mujeres de toda edad. Algunas que han terminado con sus parejas, o que son viudas, que no tienen el apoyo y muchas que buscan trabajar por primera vez. Hay mujeres que han trabajado toda una vida en una casa y luego las sacan sin ningún tipo de indemnización. Ellas se ven obligadas a buscar trabajo a edad avanzada, incluso de 60, 70 años o más.

¿Qué pasa con la migración venezolana?
La mayoría son mujeres que están entrando al trabajo doméstico por primera vez: abogadas, médicas, antropólogos, comunicadores. En nuestro caso, vemos que no es fácil conseguirle trabajo no solo porque no lo han hecho antes, sino porque vienen con costumbres distintas, y estas no siempre calzan con las de la familia.

Cuénteme de la labor de la casa de Panchita
La Asociación Grupo de Trabajo Redes (AGTR) es una organización no gubernamental (ONG), que en agosto cumple 30 años de fundada. La agencia de empleos “la casa de Panchita”, en cambio, se fundó después y ya tiene 12 años de labor. A quienes quieren estar en nuestra bolsa de trabajo le pedimos que pasen un proceso de capacitación de tres días. El año pasado, por ejemplo, han llegado aquí 1299 trabajadoras del hogar. 438 iniciaron un proceso de capacitación y, de ellas, 339 lo completaron. Lo que hacemos es capacitarlas sobre la importancia de la valoración de la experiencia laboral, la administración del hogar, la elaboración de su perfil como trabajadora y qué dice la ley sobre los derechos de las trabajadoras del hogar, entre otros puntos.  De otro lado, algo esencial para nosotros es la firma del contrato. Por ejemplo, el año pasado 472 empleadores se contactaron con nosotros y finalmente, como intermediarios, firmamos el año pasado con 464. En estos contratos se estipula todo lo necesario, incluido sus derechos y eso se lo hacemos saber a los empleadores desde el inicio. También consideramos obligatorio la constancia de pagos, que sirve tanto al empleado como a la trabajadora del hogar. Cuando hay conflictos o diferencias, nosotros lo que hacemos es tratar de entender la naturaleza del problema y buscar comprender a ambas partes, tanto al empleador como a la trabajadora del hogar. Lo central es que las trabajadoras conozcan y hagan respetar sus derechos. La trabajadora debe entender además que cualquier capacitación le servirá también para su vida personal. Tienen que ver que es un trabajo en el que uno puede proyectarse. Deben entender que su trabajo contribuye realmente no solo al desarrollo de la familia sino del país.

 

Puede leer también:

Anterior N° 249: Por un internet seguro
Siguiente N° 250: La lucha de la trabajadora del hogar

No hay comentarios aún

Deja un comentario u opinión

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *