Boletín Nº 84: «En Junín hay una red de trata que se vale de las comunidades nativas y campesinas»


Entevista a la doctora Iris Vílchez Páucar, directora del Instituto Regional para la Educación y el Desarrollo (REDES).

La doctora Iris Vílchez Páucar es directora del Instituto Regional para la Educación y el Desarrollo (REDES), una ONG que trabaja en Junín desde 1989 y que se dedica a investigar la situación de vida de poblaciones de escasos recursos desde la perspectiva de género y promoción social. Su institución es parte de la Red Mirada Ciudadana-Junín y ha ayudado a la formación de mesas de trabajo institucionales desde el año 2003. A partir de su experiencia en la región, la especialista nos explica cómo operan las organizaciones criminales de trata, y sin que autoridades y población puedan hacer mucho para evitarlo.

Se sabe que las rutas de trata en la región Junín son Huancayo, Tarma y La Merced. ¿Son las únicas o hay más?
Son rutas no tan significativas como la de Satipo-Pichanaki, dos zonas donde se gestan todas las condiciones para que este delito se desarrolle con impunidad: en sus alrededores existen comunidades nativas muy pobres y alejadas, en situaciones de abandono. Es una población vulnerable que tiene poca información y está desprotegida por el Estado.

¿Y qué modalidad de trata es la que se realiza en Satipo-Pichanaki?
Predomina la explotación sexual sobre la laboral. Pero hay un esquema: la mayor parte de las niñas y adolescentes captadas en las comunidades nativas de la selva suelen ser víctimas de explotación sexual, mientras que los jóvenes captados en comunidades campesinas de la sierra sufren explotación laboral.

¿Y por qué esa diferenciación dependiendo de las comunidades?
En las zonas rurales cercanas a las comunidades nativas existen bares, nightclubs y chinganas donde se comercializa a los menores de edad. En cambio, en las ciudades más grandes de la sierra la explotación se realiza de modo más hermético para no llamar la atención. La modalidad allí es el trabajo infantil, un delito que no se percibe mucho porque ni las autoridades ni la población está muy sensibilizada sobre ello.

¿Y en Satipo y Pichanaki hay mucho dinero como para estar ofertando niñas?
En la región, Pichanaki se ha vuelto una zona estratégica para los negocios. Hay un comercio intenso pues los productores vienen desde muchas partes del país para intercambiar sus productos -como café, por ejemplo-, sobre todo en temporadas bastante definidas como junio, julio y agosto. Precisamente en esos meses aumentan los casos de explotación sexual.

¿Por qué los menores de edad son los preferidos en estos lugares?
En las comunidades nativas casi no existen escuelas -salvo primarias- y cuando los niños intentan continuar sus estudios deben trasladarse a ciudades más grandes como Pichanaki y Satipo. Allí los niños alquilan habitaciones y como sus padres solo tienen dinero para mantenerlos durante las temporadas de negocio del café, se las arreglan por su cuenta para mantenerse y trabajan como ayudantes de bar o meseros. En esa situación son enganchados y terminan involucrados en casos de explotación sexual y laboral.

¿Y en la región no transitan víctimas de otras provincias?
No mucho, puesto que por su propia posición estratégica en el centro del país, Junín tiene una lógica propia de movilización. Hay casos esporádicos de niñas trasladadas desde Junín hasta Tingo María o Chimbote, o hacia regiones selváticas kilómetros adentro. Lo que sí es notorio es que existe una red de trata en la región selvática central que se vale precisamente de las comunidades nativas y las comunidades campesinas.

¿Hay cifras sobre la cantidad de menores afectados en la región?
No tenemos cifras exactas pero solo este año hemos atendido siete casos de trata de personas en esta zona, y todos fueron denunciados. Tres de ellos ya están en proceso judicial.

Es curioso: en el Sistema RETA de la PNP solo figura un caso para este año…
No lo sabía.

Es más, según el RETA, entre los años 2004 y 2011 solo habría nueve casos…
¿Solo nueve casos? Creo que hay un error, y quizá se deba a la confusión al momento de tipificar el delito. Ocurre que cuando se difundió la trata de personas como delito en la región, se le mostró como abuso sexual, y a partir de eso, encuentras que en los expedientes solo se considera ese término, cuando en realidad el proceso general por el cual una persona fue victimizada es la trata.

Y eso tiene penas menores y no se castiga la trata en toda su dimensión…
Claro, sobre todo cuando compromete a niños, lo cual sería un agravante. Así el delito queda impune. También hay que considerar que a veces, para las autoridades, es más fácil aplicar estas penas porque es más visible y se puede tener certezas para las sanciones. No requiere, además, mucha investigación.

Las autoridades podrían estar confundidas, pero ¿cree que la población de la región está más consciente del problema de la trata?
No, también a nivel de la población falta mucho por trabajar: hay poca difusión. Los medios de comunicación deberían ayudar a establecer campañas de prevención. Una vez un tutor nos dijo: «Pero este tema de trata es lo mismo de siempre, ya estamos cansados, todo el tiempo se habla solo de maltrato», y resulta que por alguna razón él estaba confundiendo los términos de trata con maltrato. Fíjese que era un profesor, alguien de quien se espera una mayor preparación. Si así sucede con profesionales como él, piense en aquellos que no necesariamente han tenido estudios en la región.

 

Puede leer también:

Anterior Boletín Nº 84: El Compromiso de Mirada Ciudadana
Siguiente Boletín Nº 85: Más compromiso de gobiernos regionales y locales contra la trata: el caso Piura

No hay comentarios aún

Deja un comentario u opinión

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *