El día 9 de mayo CHS Alternativo presentó el libro «La Trata de Personas en la región de Madre de Dios». El informe describe lo impresionante que puede resultar la realidad de un delito en la región de un país con un Estado débil o ausente.
Para muestra un botón.
Un local nocturno de la zona se da el lujo de normar y sancionar a las personas que incumplen regulaciones dirigidas a formalizar la esclavitud de seres humanos.
«Prohibido ingresar a los cuartos después de las 7 p.m. (multa 200 soles)» se lee en un cartel que señala las reglas de conducta de sus víctimas prisioneras. Otro prohíbe llevar comida al cuarto y lo sanciona con una multa similar.
En ese lugar, las multas sí se cumplen. Basta la imposición arbitraria del explotador para que sus víctimas tiemblen de miedo y carguen a su larga y pesada cadena, una deuda más. Ahí no se requiere de una inspección o trámite administrativo para aplicar la sanción. Simplemente se somete a los más débiles.
La publicación saca a la luz, desde el testimonio de las propias autoridades, los límites de la autoridad del Estado. No es necesario terminar de leer el libro, para darse cuenta que el país es más pequeño de lo que nos enseñaron en la escuela. En este lugar no hay autoridad pública. En este lugar la magnitud del delito ha sobrepasado la acción del Estado en todos los niveles del gobierno.
Otras revelaciones del estudio muestran que en Madre de Dios la tasa de personas infectadas con VIH es 10 veces superior al promedio nacional. Situación grave si tomamos en cuenta que es una región con alta migración estacional. En Madre de Dios encontramos personas de todo el país y de otros lugares del mundo. ¿Se imagina lo que pasará cuando estos retornen (los que puedan) a sus hogares?
La ruta de Cusco a Madre de Dios, específicamente en la zona minera informal, es a pesar de todos los anuncios y del puesto de control, una en la que todos los días transitan sin control decenas de menores de edad. En esta misma ruta paradójicamente una maquinaria pesada tiene que pagar 500 soles para desplazarse.
Un prostibar llamado «California», tiene en su cadena de sucursales a lo largo de los campamentos entre 80 y 100 mujeres víctimas de Trata de Personas. A pesar de todo, sigue siendo uno de los establecimientos intocables.
La Trata de Personas se ha convertido en parte del paisaje, a la fuerza de la costumbre. Es una lástima pero es real. Tan tangible como los adolescentes huaychuleros que trabajan en la minería aluvial y que duermen sobre montículos de piedra cubiertos con tolderas, en campamentos donde la jornada laboral es de 24 horas, porque es esta actividad no hay horario de oficina.
Una decisión urgente: El rescate
Cerca de 450 bares existen en la zona. Centenas y miles de víctimas explotadas sexual y laboralmente. Es necesario actuar e ir al rescate, pero con inteligencia operativa; mejorar los controles en el traslado de menores de edad; fiscalizar establecimientos e implementar centros de atención para víctimas.
Es necesario ejecutar con decisión y recursos, las responsabilidades comprendidas en el gran compendio de política pública que existe para enfrentar la Trata de Personas en el país. Como señala Ronald Gamarra «primero se hace necesario que el ministerio público y poder judicial, tengan una especial preocupación por la gestión, investigación y procesamiento de estos casos».
No permitamos que la próxima «regla de conducta» en un local nocturno se legitime más que aquella que manda la autoridad del Estado.
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